A q u e l a r r e | Las obligadas, y engorrosas, comparecencias
A q u e l a r r e
Las obligadas, y engorrosas, comparecencias
* Sin duda, la glosa del informe de gobierno es un ejercicio que abona a la democracia y fortalece la rendición de cuentas y la transparencia, siempre y cuando no se convierta en una obra de teatro mal actuada…
Tanya Ortiz*
Cada año, después del Informe de Gobierno del gobernador en turno, se organiza la glosa en la que cada funcionario estatal, como representante del Ejecutivo, debe presentarse ante el Poder Legislativo y abundar sobre las actividades, obras y proyectos que el gobernante dio a conocer.
Así, los diputados locales se preparan para hacer una lista de cuestionamientos sobre acciones que no les quedaron muy claras, sobre todo en lo relacionado al ejercicio del recurso, el cumplimiento de lo proyectado, los alcances, beneficiarios, ampliaciones presupuestales, etcétera, porque el gobernador, si bien informó grosso modo sobre lo realizado, lo que le falta y los compromisos establecidos, qué mejor que cada funcionario hable a detalle de lo que se hace en la dependencia que encabeza.
Sin embargo, cada año, esto de la glosa se ha desvirtuado cada vez más, pues si bien es cierto, es un ejercicio que abona a la democracia y fortalece la rendición de cuentas y la transparencia, siempre y cuando no se convierta en una obra de teatro mal actuada, se ha alejado de los objetivos.
Ahora, estas comparecencias se han vuelto en un pretexto de golpeteo político, no solo del Poder Legislativo, si no entre partidos y, peor aún, entre los propios legisladores, incluso a título personal, pues han terminado por gritonearse en el Pleno, exigiendo que los funcionarios se presenten, cuando ellos no pueden ni completar el quórum con 16 diputados de los 30 que son.
Y digo que una función de teatro mal actuada, porque luego de gritarse frente a frente, con y sin micrófono de por medio, al día siguiente ya están como si nada y ya olvidaron las ofensas dichas.
Es increíble cómo el cinismo se ha apoderado de la tribuna de la Legislatura local, desde el momento mismo en que, con la mano en la cintura, se cambian de partido sin el mayor tapujo y concilian con otro homólogo para fortalecer una bancada, aunque sus ideales políticos no comulguen para nada con ellos.
Tal vez la utopía de una nación justa, humana y generosa que tengo desde mi adolescencia, esa que me hizo distanciarme de los partidos políticos, sigue aferrada a mis ideales, pero definitivamente no comulgo con la desfachatez con la que varios legisladores se conducen y dejan muy atrás, no solo sus ideales propios, si no la obligación pura –porque para eso se les paga y bien- de revisar, reformar, crear normas jurídicas que regulen la vida social de los habitantes de Zacatecas.
Nos quedan dos meses y medio de este año, tiempo en que comenzaremos a ver a los diputados que intentarán reelegirse, dar un brinco a otra curul o incluso a un escaño y, con descaro, pedirán el voto para lograrlo. ¿Usted se los dará?