A q u e l a r r e | Las drogas, una amenaza constante para los jóvenes

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Cuando las escuelas han dejado de ser los lugares seguros para nuestros hijos

Tanya Ortiz*

Indiscutiblemente que, a lo largo de su vida, los hijos no podrán ser cuidados por sus padres todo el tiempo. Son entes individuales que deben crecer y desarrollarse lejos de sus padres, conocer y ser independientes, tomar las decisiones que mejor les parezcan o convengan, aunque ni una ni la otra sean las más atinadas al final de cuentas.

Los padres procurarán, siempre, garantizar su bienestar en todos los sentidos, desde la niñez e incluso en su edad adulta, cuando ya son hombres y mujeres que son responsables de otras cosas y de otras personas.

Procuramos también que su hogar sea el lugar más seguro para ellos y luego otros sitios que forman parte de su entorno, empezando por su escuela.

¿Pero qué pasa cuando las escuelas han dejado de ser los lugares seguros para nuestros hijos? ¿Cómo confiar en que uno u otro plantel ofrezcan condiciones de seguridad para ellos y representen la mejor oportunidad para su crecimiento personal, académico y profesional?

Resulta doloroso, incomprensible e inaceptable que sea justo en las escuelas, los espacios que creemos más seguros después de nuestras casas, donde nuestros hijos corran más riesgos, pues hay un sinnúmero de situaciones que los ponen en peligro constante, empezando por su salud y su integridad, y terminando a veces, hasta con sus vidas.

Cuando Arturo Nahle García fue procurador del Estado de Zacatecas, se dio a la tarea de recorrer todas las escuelas de nivel preparatoria en el estado, para conocer las condiciones en que estudian los jóvenes, lo que viven, piensan y hacen.

Vaya sorpresa que recibió cuando se encontró que en este nivel educativo se ve de todo: prostitución, drogadicción, venta de enervantes y otras situaciones que mantenían en constante riesgo a los jóvenes; por ello la imperiosa –y urgente- necesidad de hacer algo para erradicar estas acciones.

Por desgracia, esto es una constante y solamente con el apoyo decidido y comprometido de las autoridades de todos los niveles de gobierno; de las autoridades de seguridad, salud, educación, prevención del delito, proximidad social y derechos humanos, pero sobre todo, de la sociedad civil organizada, de los padres de familia e hijos, desde sus casas, se podrá erradicar este cáncer que es el origen de muchos males.

Seamos conscientes y tratemos de platicar con nuestros hijos; conocer a sus amistades, saber a dónde van y qué hacen. Hijos, no tomen estos cuestionamientos como alguien que trata de controlar sus vidas, sino de alguien que quiere protegerlos.

La comunicación asertiva es un factor determinante para ello.

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