A q u e l a r r e | La intensidad del amor elegido y la fuerza del amor filial

A q u e l a r r e | La intensidad del amor elegido y la fuerza del amor filial

“El amor que nace con los lazos consanguíneos es natural”.

 

Tanya Ortiz*

Cuando un hijo es esperado, desde que se sabe la noticia de su llegada, la felicidad y la ilusión inundan el hogar y la emoción puede llegar a percibirse en toda la familia.

Cada uno de los hijos representa, en muchas ocasiones, el fortalecimiento de los lazos familiares nucleares y, de una manera más extendida, hacia los abuelos y tíos; incluso toda persona que está cercana a la familia y se siente partícipe de esa felicidad.

El amor que nace con los lazos consanguíneos es natural. Si bien es cierto que no se puede considerar una regla, por lo general, ese amor filial se origina en los padres y se enlaza con hermanos, abuelos, tíos primos.

Es un sentimiento que tiene vínculos multidireccionales: tanto de padres a hijos, como de hijos a padres y entre hermanos, aunque este ya es llamado amor fraterno.

La necesidad de protección, cariño, respaldo, se encierra en un cariño universal, nacido por naturaleza por el hecho de ser familia. Ese amor ya va implícito en los lazos consanguíneos aunque, como ya lo hemos dicho, no siempre es así.

En algún momento, la magia que se genera cuando se extienden esos lazos sanguíneos se esfuma. En algún momento algo se rompe con algún miembro de la familia y el vacío que genera esa ruptura termina afectando a toda la familia.

Es aquí donde cabe el famoso dicho: “La familia no se elige, pero los amigos que eliges se pueden convertir en tu familia”.

Resulta complicado sobrellevar las relaciones familiares cuando ese amor filial del que hablamos es muy escaso o de plano no existe y no por nada muchas personas prefieren pintar raya y hasta poner tierra de por medio: si no nos necesitamos ¿para qué estar juntos?

¿Pero qué pasa cuando se elige amar a alguien? ¿Es tan fuerte, tan intenso ese amor, como el filial?

El amor a los hijos y los padres viene implícito en la relación. El amor a los amigos, a una pareja, no. Esa es más por elección, convencidos de que es a determinadas personas a las que hemos decidido amar, dejando de lado el romanticismo de que en el corazón no se manda y terminamos enamorados de quien no nos corresponde.

De hecho no estamos hablando de ello. No se trata de un amor correspondido, sino del amor que sentimos hacia alguna persona con la que queremos estar, a quien hemos decidido amar, cuidar, respetar… Dejemos la reciprocidad de lado, porque aun y cuando no la haya, muchas veces decidimos estar y seguir con quien no entrega lo mismo que nosotros, pero eso es otro tema.

El amor elegido es tan fuerte o más que el filial. Baste ver la enorme muestra de amor que representa que una pareja decida adoptar a una personita con quien no tiene ningún lazo sanguíneo. Ese es un amor elegido.

El que se profesan las parejas, es el tipo de amor que crece como las plantitas: se fortalece con base a las acciones, se fomenta con actitudes, atenciones, se refrenda con el pasar del tiempo –no siempre, pero aquí sí quiero ser romántica-  y se va consolidando día con día.

Me parece entonces que el dolor de perder a un amor elegido es inconmensurable. Aquellos que han sufrido una pérdida como esta, quedan tanto o más vacíos que los que pierden un amor filial.

Y entiéndase por pérdida como la muerte de ese ser al que se ama tanto como a un hijo: un esposo o una esposa. Mucha gente dirá: ¿Cómo es posible que se ame a otra persona más que a un hijo? Simplemente es que son amores diferentes.

Aquellos que han perdido a un gran amor por una separación, divorcio o término de relación, sean cuales fueren los términos, creen que resulta ello porque se equivocaron. Yo quiero pensar –otra vez de manera romántica- que no. En su momento amaron y por ello eligieron. Las personas cambian, las cosas cambian… el amor también, pero no hay que verlo como equivocación, a menos que todo lo que fomentó ese amor al principio haya sido fingido.

Por lo menos yo, no quiero experimentar la pérdida de un amor filial, aunque la muerte sea lo único seguro que tenemos. Tampoco quiero experimentar la pérdida de un amor elegido porque a quienes he elegido forman parte de mi vida y los quiero en ella. Y a ti amor, te quiero siempre conmigo, aquí y más allá…

 

*Politóloga, periodista y abogada. Amante de la lluvia, la música y el petricor.

 

**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.

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