A q u e l a r r e | El “sencillito” puesto del fiscal general de justicia

El registro de casi 30 personas como aspirantes a la fiscalía, abarató el cargo y restó méritos e importancia a tan grande responsabilidad

Tanya Ortiz*

Varias voces cercanas insistieron a Francisco José Murillo Ruiseco que se retirara del cargo como Fiscal General de Justicia del Estado de Zacatecas, pese a que le faltaba poco más de un año para concluir con la encomienda para evitar mayor desgaste y salir airoso del vendaval.

Venía arrastrando, una tras otra, varias crisis no solo de inseguridad e incidencia delictiva propias del cargo, sino desde el interior de la dependencia con la larga manifestación del personal de todas las áreas que, para empezar, exigían su renuncia pero se mantuvieron en la demanda de mejoras salariales, y de equipo e infraestructura para desempeñar mejor sus labores, lo que representó un fuerte dolor de cabeza, no solo para el fiscal, sino para los habitantes de la capital y zona conurbada que padecieron sus bloqueos de vialidades.

Todo eso resultaba un desgaste natural al frente de una dependencia bastante compleja, de riesgo personal para quien la encabeza y con mayor razón ante los hechos de violencia que vive la entidad, recrudecida al menos los últimos 11 años.

Justo este panorama, además de las presiones políticas y el pie en el cuello constantemente por parte de las autoridades estatales y federales pese a ser una dependencia autónoma, fue lo que hizo pensar que contados serían los que se atreverían a postularse para ocupar el cargo en cuanto Murillo Ruiseco se retirara, el 31 de octubre pasado.

Aunque se “filtró” lo de su renuncia, en la Legislatura local desmintieron de inmediato la recepción de cualquier documento proveniente de la fiscalía o a nombre del fiscal, en el que se externara su decisión de haber renunciado; sin embargo, de inmediato comenzó la búsqueda, por parte del Gobierno del Estado, del próximo, o la próxima, sustituta de Francisco Murillo.

Los diputados locales se quedaron con un palmo de narices porque justo apenas en una sesión ordinaria habían lanzado un exhorto al fiscal para que compareciera ante el Poder Legislativo y rindiera un informe de la labor realizada en el año, exigiendo respuestas ante los últimos hechos que estremecieron a los zacatecanos, como la desaparición de muchas personas, el asesinato de otras tantas y la detención de presuntos responsables a quienes, se supone, se les busca con afán. Tal es el caso del exalcalde de Guadalupe, Julio César “N”, por quien, el entonces fiscal, solicitó el desafuero para poder detenerlo, algo que causó revuelo en todas las esferas sociales de la entidad.

Sin demeritar la trayectoria académica, el cumplimiento de los requisitos que marca la convocatoria y, sobre todo, el valor para pretender el cargo de fiscal, resulta irrisorio que 27 personas se hayan registrado; la mayoría son funcionarios en activo, tanto del Gobierno del Estado como del federal, pero otros que no tienen la experiencia que requiere el puesto, pero igual lo están intentando.

El que se hayan registrado tantos personajes abarató el cargo y restó méritos a tan importante responsabilidad; la intención de hacer ver que cualquiera puede ser fiscal general de justicia del estado porque las cosas están tranquilas que ni tanto trabajo va a tener, y que entre los registrados estén figuras como Cristian Camacho, delegado de la Fiscalía General de la República; Osvaldo Cerrillo, secretario técnico de la Mesa Estatal de Construcción de Paz, que son cargos federales; Ángel Muñoz, coordinador General Jurídico del estado, Óscar Aparicio, subsecretario de Seguridad Pública, y las fiscales especializadas Berenice Vázquez y Fátima Encima, del ámbito estatal, sin que ello invalide sus derechos y aspiraciones personales, deja en el aire la incertidumbre de un proceso limpio y apegado a derecho, y se fortalezca la idea de que el Gobierno del Estado necesita un fiscal “carnal”.

Del resto de los aspirantes, claro que hay perfiles con capacidad, pero no coinciden con el proyecto político actual, así que se ve poca posibilidad a, siquiera, formar parte de la quinteta de la lista que irá a parar al escritorio del gobernador.