A q u e l a r r e | El beso de Judas

A q u e l a r r e | El beso de Judas

Desde la muerte de Raúl y hasta la fecha, Julio César Chávez estuvo trabajando, dando audiencias, en eventos públicos, saludando gente y abrazando a otras, cumpliendo con su trabajo, tiempo en el que, tal vez, recibió el beso de Judas

 

Tanya Ortiz*

 

En el ambiente político y social, no solo de Guadalupe, sino del estado, se percibe la zozobra, la incertidumbre y, sobre todo, la incredulidad sobre el tremendo vuelco que dio la carrera política de Julio César Chávez Padilla; una carrera con un futuro prominente y, dada su edad y el acompañamiento político que ha tenido, se antojaba larga y exitosa.

De un momento a otro, no solo su carrera política pende de un hilo, si no su libertad. Este golpe, podría asegurar, es similar al que sufrió en marzo del 2011, cuando sufrió un accidente vehicular camino a Villanueva y casi pierde la vida.

La actividad que tenía entonces como regidor, cuando entretejía su camino rumbo a otros espacios de la vida pública y en el ámbito deportivo, pues también se había empeñado en convertirse en un atleta de alto rendimiento, quedó suspendida de súbito con dicho accidente que lo mantuvo postrado en cama, con graves lesiones en la columna que amenazaban con no dejarlo volver a caminar.

Su empeño y la esperanza de recuperación, pues siempre se ha dicho un hombre de fe, le dieron la oportunidad de regresar, primero a la movilidad de su cuerpo y luego a las actividades edilicias para terminar la encomienda obtenida como miembro del Cabildo de Guadalupe.

De eso hace 12 años justamente y durante este tiempo, Julio César Chávez logró avanzar en ambos caminos, el deportivo y el político, pues volvió a las competencias y obtuvo otros cargos en la administración pública estatal y municipal, pero también se le sumó el familiar, al contraer matrimonio y establecer una familia.

Al parecer estaba dejando atrás ese mal sabor de boca, esa desazón de verlo todo perdido en un pestañear y al encabezar el Gobierno Municipal en su primer periodo, solo fue cuestión de darse –según eso- otro tiempo para una cirugía de columna y atender nuevamente secuelas de aquél accidente.

Ahora, esa desazón volvió, justo en un abrir y cerrar de ojos.

Nuevamente su carrera política ha quedado detenida de manera abrupta y está a un paso de perder todo lo logrado en alrededor de 15 años de trayectoria en el sector público, pero de los males el menor: su salud física no está de por medio.

La zozobra social fue causada por el impacto de saber que un político como él, con buen índice de aprobación, reelecto como alcalde, de quien se apreciaba ser bien visto en la cúpula del poder y de ahí emanaba la fortaleza para el próximo proceso electoral, quedara involucrado en la comisión de un delito tan grave como es el homicidio calificado.

Histórico también el primer paso para enfrentar a la ley como probable responsable de dicho delito: el trámite para retirarle la inmunidad procesal, algo que será lo más memorable para los diputados locales de su paso por la LXIV Legislatura y que dio pie a sinnúmero de acusaciones, ejecuciones y sentencias, pasándose por alto el principio de inocencia.

Sin duda, aunque deba prevalecer este principio y el debido proceso en todo momento, ahora que se dio cauce al proceso penal, estamos en otros terrenos que, como simple mortal Julio César deberá enfrentar.

Hay gente que se desgañita en redes sociales para pedir justicia para Raúl Calderón, la víctima mortal de este caso, y se llevan de paso a los primeros sospechosos de su muerte, pasando por alto que nuestro sistema de justicia está tan viciado y plagado de impunidad, que justo lo que tratan de evitar los juicios orales, es que las cárceles estén llenas de inocentes, aunque ello implique que también lo estén los responsables.

Hoy hay voces que dan su apoyo incondicional a quien también quedó destituido como alcalde, refrendando su amistad y externando su confianza en que la verdad saldrá a la luz –cosa que todos esperamos, por el bien de todos los implicados-, y aunque se pasa por alto que terminado el juicio, si es exonerado puede volver al cargo, después de tan penoso proceso se antoja muy complicado.

Sin embargo, no dejo de pensar que desde la muerte de Raúl, el 2 de enero y hasta la fecha, Julio César Chávez estuvo trabajando, dando audiencias, en eventos públicos, saludando gente y abrazando a otras, cumpliendo con su trabajo, tiempo en el que, tal vez, recibió el beso de Judas.

 

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