MALOS TRATOS Y HUMILLACIONES, LA CONSTANTE EN MEDICINA UAZ
-Denuncia una doctora egresada
TANYA ORTIZ
ZACATECAS, ZAC.- El reciente suicidio del joven Diego, estudiante de noveno semestre de Medicina Humana en la Universidad Autónoma de Zacatecas, dio la pauta para que otros estudiantes alzaran la voz y denunciaran abusos y malos tratos que reciben de parte de docentes, aunque aseguran que no es algo desconocido por las autoridades universitarias.
Desde la Dirección de la Unidad Académica de Medicina hasta la Defensoría Universitaria e incluso rectoría, son las autoridades que tienen conocimiento de lo que sucede en este espacio académico, pero que poco o nada se ha hecho para frenarlo.
Hay múltiples quejas, varias de ellas por escrito pero la mayoría verbales, que fueron interpuestas ante la directiva, sin que hubiera seguimiento; en la Defensoría también obran actas y no procedieron “porque son vacas sagradas en Medicina, porque tienen influencias, nos dijeron”, comentó una doctora recién egresada.
“HACEN MELLA EN NUESTRA SALUD MENTAL”: DOCTORA
La doctora, quien prefirió mantener el anonimato debido a que aún mantiene cercanía con algunos doctores en centros laborales, recordó que cuando estaba en quinto semestre tendría un examen oral de la materia de Gastroenterología.
Un día antes habían fallecido sus dos abuelos y debido a ello se sentía sin la concentración suficiente, pero respondió a todas las preguntas, salvo una. “El profesor me maltrató, se enojó muchísimo y me gritó que no debía estar ahí, que dejara la escuela y me corrió de clases”, recordó.
Le dijo: “no mereces pisar aquí y me voy a encargar de que no sigas en la escuela. Y si quieres denunciarme, hazlo, tengo palancas y no me harán nada”. Luego la sacó a empellones hasta el estacionamiento, reiterando que no importaba que lo denunciara ante el sindicato o quien quisiera.
Ese día, la doctora regresó a su casa con el ánimo por los suelos y convencida de que su futuro no era Medicina. Los comentarios del profesor hicieron mella en su estado emocional y se convenció de que no era buena para ser doctora y ya no quería continuar, pero su mamá la animó a seguir y “no hacer caso de palabras de un médico frustrado. Me dijo que si dejaba Medicina era por decisión propia, no porque alguien más me lo dijera. Pero todo lo que me gritó me creó muchas inseguridades; el trato que recibí fue humillante”.
Al doctor Sánchez Pérez, de Gastroenterología, lo buscó después cuando comprendió que a media carrera no podía echarse para atrás si ser doctora era su sueño y quería recuperar el parcial, “pero no quiso ni recibirme y me advirtió que no estaría en su clase. Me mandó a cursillos porque en todo el semestre ya no me permitió cursarlo de manera ordinaria”.
Recuerda que este incidente lo denunció primero ante el director, el doctor William Ortiz, quien le recomendó que acudiera Defensoría Universitaria, donde solo levantaron un acta que no procedió, “Me dijeron que no iba a pasar nada porque el doctor tenía influencias y no le podían hacer nada. Ni como directores de área, otras autoridades quisieron intervenir”, reprochó.
Su caso con el doctor Sánchez Pérez no fue el único. Recordó otro incidente con otro estudiante quien no se quedó callado ante las ofensas recibidas, le contestó y la confrontación llegó a los golpes. “El profesor lo golpeó cuando le empezó a gritar y el joven sí se defendió. De eso hasta andaban en Derechos Humanos, pero nadie hizo nada”.
ANATOMÍA Y PEDIATRÍA, DE LAS MATERIAS A LAS QUE TEMEN
Otra de las materias a las que los estudiantes tienen más miedo que respeto, es Anatomía “porque es demasiada presión; es un filtro porque es para sacar a la gente que creen que no aguantará y la presión es muchísima, con malos tratos y humillaciones; Pediatría es fatal y cuando los doctores te dicen tanta cosa, te hacen dudar mucho de tus capacidades”.
“Toda la academia se confabula, como el doctor Olivares es muy pesado y trata muy mal a la gente; él gritonea frente a los pacientes y sus familiares”, lamentó la médica.
“Te hacen sentir basura, que no vales nada, que no sirves para estudiar, que no debía estar ahí, es lo que más nos dicen”, reiteró la doctora quien considera que la humillación nunca se justifica con nada.
Sin embargo, también reconoce que hay muchos maestros que sí les enseñan bien, con buenos tratos y los defendían. Recordó que en el año de su internado fue donde más aprendió porque tuvo muy buenas experiencias, acompañada con su jefe de enseñanza.
“Una cosa es la academia y otra la humillación. Es la forma de enseñar. Sí hay que tener carácter ante el estrés y la presión emocional, porque si se te está muriendo un paciente no te vas a sentar a llorar. Debes resolverlo con temple, pero no es necesario los malos tratos, si hay otras opciones de acompañamiento para aprender a manejar situaciones traumáticas”, insistió.
HACEN A UN LADO LA
ATENCIÓN EMOCIONAL
La doctora recordó comentarios de otros colegas que cuando estudiantes participaron en intercambios académicos a otros países, donde dicen que hay ciertas similitudes en el trato, al grado que consideran que hay un alto índice de suicidios de estudiantes de Medicina.
En Zacatecas, dijo, la Sociedad de Alumnos impulsa actividades de apoyo para fortaleza emocional; sin embargo, pocos estudiantes acuden “porque también es como un estigma decir que si vas es porque no estás aguantando y los maestros más se ensañan”.
Durante sus estudios hubo intentos de suicidios y desertores que sucumbieron ante la presión y las ideas que les meten, no porque no sean capaces.
Consideró que se confabulan muchas situaciones para que una persona determine acabar con su vida, pero definitivamente, si su mundo es el estudio –porque aparte no tienen tiempo ni para vida social, mal comen, mal duermen y son sometidos a muchísima presión- es en la escuela donde suceden la mayoría de las cosas que los orillan a tomar esas decisiones.
SE SIENTEN EN LA
INDEFENSIÓN
Al recordar su paso por la escuela de Medicina, la doctora lamenta todo por lo que pasó: “me hubiera gustado que hubiera sido de otro modo y ya comprobé que hay otras maneras de enseñanza, porque cuando no viene desde la humillación y la presión constante, aprendes más”, aseguró.
“Todo mundo sabe que pasan esas cosas incluso desde antes de que entremos. Saben los directores, los coordinadores. No es nada nuevo, pero me da gusto que se alce la voz; es triste que haya sido por este motivo –un primer suicidio del joven David y luego el de Diego-, pero es necesario que se hable de ello”, subrayó.
Cuestionó incluso la existencia de la Defensoría Universitaria porque si acuden ante ella no hay atención ni respuesta, “levantan un reporte que no procede y es cuando te preguntas ante quién más puedes acudir y las únicas opciones que tienes es aguantar o salirte”.
Hasta que terminó sus estudios decidió atender su salud mental hasta que terminó porque antes no tenía ni tiempo de comer, “hay sobreexplotación de estudiantes, no dan opciones para acomodarse en un lugar determinado y con tales horarios. Nos obligan a trabajar turnos de 36 horas, sin percibir ingresos. Hay imposiciones y tenemos que aguantar aunque vaya en detrimento de salud física ya no se diga la emocional”.
“Los pasantes, internos y estudiantes son la fuerza más poderosa de la salud pública y a quienes menos se les reconoce”, concluyó la doctora.