LLEVA DOS NAVIDADES SIN LO QUE MÁS AMABA
Gabriel Rodríguez
ZACATECAS, ZAC.- Su nombre es Ariana “N”, un nombre falso, inventado. Ella tiene dos hijos: un niño de casi 8 años y una mujer casada con buen hombre y dos nietos.
Hace cerca de siete años su hijo desapareció; los padres lo buscaron afanosamente pero nunca pudieron dar con él.
En reiteradas ocasiones me tocó ver llorar al padre de aquel hijo desaparecido de manera inconsolable detrás de una copa de vino.
Nunca pude hacerle entender aquello que yo tampoco lograba comprender y, sin embargo, ese hombre que tenía dos puestos, uno en la Universidad y otro en una instancia electoral, soportó toda una serie de adversidades a las que ingresaba de manera férrea y decidida.
Fue, lo que se suele decir de las personas buenas: un excelente padre que adoraba a su hijo pequeño y a sus dos nietos, adoraba a su hija casada con aquel buen yerno.
Adoraba la vida, el modelismo, el periodismo, la literatura y seguido me pedía prestados discos para escuchar música clásica que le servían de telón musical mientras decoraba sus modelos a escala.
Alguna vez me llamó por teléfono antes de entrar yo a cabina y me dijo que estaba en una cama de hospital.
No tuve tiempo de atenderlo y corrían los peores meses del Covid en Zacatecas mediante los hospitales completamente llenos y él ya no podía respirar.
Días después me enteré de que había sucumbido a la enfermedad, aquel que venía a casa a beber un buen vino y a platicar de política y cuanta charla fuera necesaria.
No pude despedirme de él, decirle un te quiero amigo, ten buen viaje, porque creo que pasé muchas jornadas en llanto recordando lo que compartimos.
En esta historia no quise entrevistar a su viuda, porque sé que ese hecho le trae muchas malas citas.
Ya no está papá, ya no está el marido, ya no está el hijo, pero el hogar -a pesar de todas las condiciones- se sigue manteniendo fuerte y unido por medio de esa ama de casa.
Ahí el pequeño y sus dos sobrinos juegan y hacen travesura y media pero en el fondo la señora sufre esa partida, esas partidas, con el imperioso deseo, acorde con las leyes divinas, de reencontrarse con aquellos que hemos amado. De eso tiene ya dos navidades.