GUARDA EL CALLEJÓN DEL INDIO TRISTE UNA SINGULAR HISTORIA DE AMOR
Texto y fotos: Gabriel Rodríguez
ZACATECAS, ZAC.- El callejón del Indio Triste, en la capital zacatecana, alude a una historia de amor. Emilio Rodríguez Flores escribió en su libro Compendio Histórico de Zacatecas “transcurría el año de 1548, veinte meses atrás hacía que estas tierras habían pasado a dominio de la corona española”, es en ese momento surgió la siguiente historia.
Ésta se desarrolla en el barrio de Tlacuitlapán, donde -según narra el autor-, todo era desolación, a causa de que su señor y también caudillo, Tlácuitl, se hallaba prisionero en la cárcel.
Este soberano tenía una hija conocida por todos como Xúchitl (flor en náhuatl), una de las últimas princesas chichimecas bajo el dominio español.
Agonizante, Tlácuitl había venido a visitarlo hasta la cárcel su amigo Xólotl, el señor de Pánuco, que había burlado toda vigilancia para estar con él, quiso hacerle diversas confesiones antes de morir.
Antes de morir, Tlácuitl intentó unir las manos de su hija Xúchitl a la de Xólotl, que en ese momento simbolizaba su deseo de unirlos en matrimonio.
Pero los hechos dieron un giro porque Xúchitl amaba en realidad a otro hombre, el capitán español Don Gonzalo de Tolosa, sobrino del conquistador zacatecano Juan de Tolosa.
“Lo había conocido en prisión y debido a su poderosa influencia debía el hecho de que su padre, ella y sus servidores no se hubieran visto obligados a pasar penurias durante la enfermedad de Tlácuitl y su encarcelamiento además de prometer que los funerales de este último fueran dignos de su señorío”.
Rodríguez Flores piensa que debido a ello, Xúchitl amaba con todas las fuerzas de su alma a Gonzalo de Tolosa por lo que no aceptaría propuesta amorosa alguna de cualquier otro.
Ambos esperaban el desposorio, que ocurriría una vez que Xúchitl fuera bautizada en la fe católica, “a causa de que fray Diego de la Veracruz había promovido entonces la catequización de la princesa, quien avasallada de amores por don Gonzalo se rendía sumisa a todas las exigencias de éste”.
Pero esos rumores llegaron a oídos de Xólotl, quien se enteró que su amada iba a casarse con el militar, luego de ser llamada María Isabel durante el bautismo.
“La desesperación del indio no tuvo límites ante un enemigo que le había arrebatado todo: dominios, riquezas y, ahora, al amor que se le iba”.
Es desde entonces que en la ciudad de Zacatecas se ve la figura estatuaria de un indio esculpida en tierra en el callejón que lleva el nombre del Indio Triste.
Xólotl decidió que la única escapatoria era transformarse en paria, vagar por la incipiente ciudad cubierto con una sucia capa de lana allá por los rumbos de Mexicapan.
“Cuando la gente dejaba de pasar a su lado, el indio se echaba a llorar escondido entre las ruinas pero un día no se le vio más y al buscarlo, lo encontraron muerto”.
Era el señor de Pánuco, el bravo y valiente Xólotl con una flor entre sus dedos, símbolo de su amor por Xúchitl.