Reflexionando el evangelio | Libertad liberada
XXIV Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo B
“Dijo Pedro: ‘Tú eres el Mesías’… El que quiera venir conmigo…
Es necesario que el Hijo del hombre padezca mucho”
Marcos 8, 27-35
Hoy es un día altamente significativo en nuestro México: en el corazón de la noche conmemoramos el CCXIV aniversario del inicio de la independencia. En esta ocasión no ha habido tantos preparativos como los que hicimos hace catorce años. ¿Secuelas de la pandemia? ¿Cambio de régimen? ¿Cambio de gobiernos? ¿Agotamiento de la libertad? ¿Cuestión de visión? ¿Intereses varios? ¿Apatía? No sabría dar una respuesta convincente… Los hechos dicen su palabra, los intérpretes la suya. ¿Y nosotros?
En la lucha por la independencia de cada día celebramos o cuestionamos más el inicio de la vida que su consumación. Quizás la expectativa de quién será y lo que será es más llamativa que lo que testimoniamos al pasar el tiempo. Sea lo que sea, la ocasión amerita y nos da la oportunidad de reflexionar en los acontecimientos que nos dan identidad, sentido de pertenencia y de trascendencia. El inicio apunta a lograr un ideal que está más allá de las circunstancias y los protagonistas del momento. Su consumación queda como tarea permanente, como bien dicen nuestros obispos (Cf. La consumación de la Independencia: una tarea permanente, septiembre 03, 2021).
Recuerdo que durante los meses interminables de la pandemia tuvimos la oportunidad de leer, meditar y reflexionar sobre las cuestiones fundamentales de la vida: la existencia amenazada, la familia reunida, la amistad, la libertad, el amor, la justicia, la paz, la solidaridad, la fe en Dios… No hay duda que, en los momentos críticos de nuestra existencia, nos cuestionamos sobre el inicio y el fin de la vida; es cuando el espíritu se pasea por todos los confines de la libertad y de la necesaria fe en Dios.
Mucho tenemos que aprender de la Palabra proclamada este día tan especial (además cae en domingo). Jesús nos pide una auténtica y firme decisión ante la vida, cualesquiera que sean sus circunstancias. Su presente y su futuro se deciden en un acto de libertad, el más profundo e intenso de todos: creer o no creer, creer bien o ‘irse por la libre’, dejar ir la vida ‘como sea’ o comprometerse a fondo con ella. La fe en Jesucristo es algo muy serio ya que toca las entrañas más íntimas de la libertad y sus acompañantes.
Jesús pregunta y evalúa la libertad de los suyos. Hay dos opciones: ‘perder la vida por el Evangelio’ o ‘ganar todo el mundo’. La primera es más exigente y comprometedora: es el camino de la libertad, la verdad y el amor. La segunda aporta beneficios aparentes e inciertos. Espero que apostemos nuestra humilde libertad a la entrega total de la vida; entonces la independencia nacional tendrá un desarrollo verdadero, justo, solidario. En cambio, si nos decidimos por la segunda, la corrupción ganará terreno y nuestra nación seguirá ‘temblando’ en su centro, en las periferias y en las nuevas generaciones.
Que nuestros ‘vivas’ expresen el deseo auténtico de ser libres y de aceptar que hay gente que dio la vida para forjar una nación ‘liberada’ de tantas esclavitudes.
+ Sigifredo
Obispo de /en Zacatecas