Pasión por el deporte | La obsesión por el rendimiento

Pasión por el deporte | La obsesión por el rendimiento

“El fin principal de la actividad deportiva es gozar intensamente y extensamente, de la vida, gozar de los vínculos, experimentar a fondo, la belleza de existir”

José Ortega*

El culto al rendimiento afecta sin lugar a dudas a la esfera deportiva, pero es muy importante subrayar que el fin del deporte no es rendir, ni exhibir rendimiento, ni someterse a un rendimiento extremo. Ésta está esencialmente relacionada con la libertad y la gratitud.

En efecto, el nuevo imperativo subliminal de nuestra sociedad es el del rendimiento. Se valora al que rinde. Al que no rinde se le excluye, se le aparta, se le margina. Esto no sólo ocurre en el ámbito laboral, sino también, por desgracia, en el ámbito deportivo, pero no de élite, lo cual tendría cierta explicación dada la extraordinaria competitividad con la que se compite en ese nivel, sino también ocurre en el ámbito amateur.

Esta obsesión por el rendimiento está afectando a todas las áreas de la vida humana y, por lo tanto, también al ocio y al tiempo libre. La obsesión por el rendimiento mata el espíritu lúdico y festivo que debería presidir el tiempo libre y de ocio en la vida humana. Ya no se juega, entonces, por el placer de jugar, sino con el objetivo de ganar. Ya no se sube en bicicleta para disfrutar de una buena tarde de verano, sino con el fin de entrenar y prepararse para la próxima competencia.

Según esta filosofía que va penetrando lentamente en nuestra sociedad, la cuestión es rendir al máximo, ganar muchas competencias y aprovechar al máximo los recursos. Si todo está orientado al rendimiento, también lo está, por lo tanto, la práctica deportiva.

Este fenómeno está muy presente en el deporte profesional. La exigencia de rendir convierte al deportista en una mera máquina de la que se esperan resultados. Se invierte en ella con el fin de que dé buenos resultados y en caso de que no sea así, se desprenden de él. Esta lógica choca frontalmente con el espíritu libre del deporte.

Dice el papa Francisco: “cuando el deporte es considerado únicamente según los parámetros económicos o de consecución de la victoria a cualquier precio, se corre el riesgo de reducir a los deportistas a mera mercancía de quienes extraer provecho. Ellos mismos entran en un mecanismo que los enajena, pierden el verdadero sentido de su actividad, aquel gozo de jugar que los ha atraído y que los ha movido a realizar tantos sacrificios. El deporte es armonía, pero si prevalece la búsqueda sin medida del dinero y del éxito, esta armonía se quiebra”.

Desde mi punto de vista, el fin principal de la actividad deportiva es gozar intensamente y extensamente, de la vida, gozar de los vínculos, experimentar a fondo, la belleza de existir. Esta sociedad marcada por el factor rendimiento es una sociedad enferma, pues en ella todo se mide desde este barómetro. No podemos, en ningún caso, permanecer pasivamente callados, sino que debemos actuar responsablemente para transformar esa lógica corrosiva.

Ante esta afirmación muchos dirán: “bonitas palabras, pero poco aplicables a la realidad en la que vivimos”, porque realmente lo que prima en el deporte son los resultados y no los valores.


*Escritor e instructor profesional en ciencias aplicadas al futbol. 

Facebook: José Ortega Ramírez

Correo: jor0231&hotmail.com 


*Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.


Reflexionando el evangelio | Un amor-perdón muy en serio

Reflexionando el evangelio | Un amor-perdón muy en serio

La seguridad y la nación | La atención hacia García Luna

La seguridad y la nación | La atención hacia García Luna