Los misterios de la existencia | TDAH
Alejandro Bravo Pérez*
El TDAH, por sus siglas en inglés, significa “trastorno por déficit de atención e hiperactividad”.
Fue en el manual de psiquiatría DSM-IV cuando se clasificó como un “trastorno mental”.
Un niño con TDAH puede mostrar problemas para prestar atención, es hiperactivo y le puede resultar sumamente difícil su comportamiento para cualquier docente, tutor o persona a su cargo.
Hay números, datos y estadísticas de cómo afecta esta experiencia en los niños, pero ¿qué ocurre con su experiencia?
Recuerdo que una vez tuve la oportunidad de compartir grupo con un niño al que le realizaron este diagnóstico; el mayor problema que tenía era una atención muy dispersa, se distraía con mucha facilidad, podía estar resolviendo un problema matemático y, de pronto, dejaba de hacerlo para mirar un avión por la ventana.
La maestra gritando se lanzó por él, lo tomó del brazo y lo sentó, sentenciándolo que, si volvía a hacer algo como eso, lo reportaría en la dirección. Les confieso que yo ese día sentí mucho miedo de la maestra.
Dando una clase en un diplomado, una alumna me preguntó ¿cómo se anula la existencia? Violentándola y sometiéndola, le respondí.
Me atrevo a decirlo, no dejamos de ser niños, más bien, nos obligan a abandonar la infancia. La parte curiosa, la parte creativa, se va perdiendo por “el deber”, por la “educada forma de ser”, por tener que ser “obedientes”.
Un niño con este déficit de atención puede sentirse como alguien olvidadizo, así que, perder su libreta, olvidar sus libros en casa o no escuchar a una maestra puede afectar su rendimiento en su aula escolar, por lo que una escuela sin un psicólogo educativo, sin un maestro con conocimientos en psicopedagogía, puede ver a este niño como un caso perdido.
En un país como el nuestro, principalmente en un sector educativo público, el destino de muchos niños es formar parte del grupo de alumnos en rezago.
La interacción en grupos es aún más complicada, puede parecer un completo desafío la integración a un grupo escolar o deportivo, por la hiperactividad en su conducta.
Los grupos tienen reglas y normas; por ejemplo, en un salón de clases se “debe” estar bien sentado y en silencio, cuando no se forma parte de esos grupos, es común que ese niño experimente enojo, por no poder interactuar como lo hacen los demás.
Es común que, tanto sus compañeros, como docentes, se sientan frustrados por no poderlo controlar, impacientes por no poderlo mantener quieto, así que, en la mayoría de los casos, son vistos como un bicho raro.
Como si fuera una molestia, como si fuese un caso perdido, pero, en realidad, sigue siendo un niño.
Mi nombre es Alejandro Bravo, cuento con formación como Terapeuta Existencial. Más que hablarte de teorías o técnicas, me gusta explorar lo que está presente, lo cotidiano, lo que ocurre.
Si te interesa conocer un poco más de esto e indagar en tus propios misterios, te invito a crear un espacio de relación y diálogo para que, juntos, podamos comprender un poco más la “situación” que estás viviendo, como también la manera en que te relacionas con el mundo y los demás.
*Terapeuta existencial
Teléfono: 7712099585
Correo: cypesc@gmail.com
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.