Los misterios de la existencia | Asombro
“Hay asombro en el camino”
Alejandro Bravo*
El asombro es una experiencia universal. La podemos apreciar en su máximo esplendor cuando somos niños. Pienso que la infancia es el espíritu del asombro. Hasta la mirada cuando se es un infante, irradia una luz de conocimiento, las ganas de un querer saber, se asombra por todo lo que ve.
Conforme uno crece, esta capacidad de asombro muere, porque la inocencia es interrumpida o violentada, ya sea por los gritos, los regaños, los golpes o los abusos sobre el infante ¿por qué algunas personas son crueles con los niños? Golpearlos hasta el cansancio, robarlos de su hogar, venderlos como objeto de placer, ponerlos a robar, drogarlos ¿Por qué algunas personas someten a tal brutalidad la fase más noble de la existencia humana?
Por otro lado, cuando se es niño uno no se obsesiona por descubrir la vocación de su vida, se siente con la posibilidad de poder serlo todo, porque cuando uno es niño, la vida parece ser muy fácil. Un niño no necesita de juegos costosos, ni una iPad, o entretenimientos comprados en su tv., los niños pueden asombrarse con todo lo que ven.
Por ejemplo, un cartón que el adulto va tirar a la basura, el niño posiblemente hallará un coche, una guarida, una casa, hasta un escondite. Lo que para los adultos no parece importante, se convierte para los niños en una extensión más para sus juegos.
Entonces ¿qué es lo que pasa? ¿por qué dónde el niño ve un juego que inventar, el adulto solo puede mirar una basura que va tirar? el adiestramiento es la respuesta. Cuando los niños son inquietos, se les grita -¡quédate ya quieto!- cuando el niño explora con sus manos lo que hay en su entorno, se le grita -¡deja eso!- cuando el niño quiere jugar y mostrarle a sus padres lo que han creado, se les desconfirma, diciéndoles, ¡ahorita no tengo tiempo, que no ves que estoy ocupado!
Y cuando esto pasa, el niño, poco a poco, se va sintiendo más solo, y una vez que crece, ya siendo un adulto, no deja de sentirse aún más solo.
Ser adulto y tener la capacidad del asombro, es como ser un niño. Porque, aunque existen millones de personas, muy pocas se dan el permiso de maravillarse por lo novedoso que acontezca en su vida.
No encontrar alguien con quien compartir la historia novedosa de su existencia, hace que se experimente en un tipo de aislamiento y soledad. ¿Quién no se ha sentido solo, o sola en el mundo? por no coincidir con alguien que se apasione con la intensidad que uno lo hace. Lo mismo le ocurre al niño cuando un padre, una madre, no confirman a su hijo e hija, con su auténtica compañía.
Nada es mejor que asombrarte por lo que no podrías estar admirando, escuchando, tocando. Hacerlo, quizás nos permitiría ver al otro no como un objeto y si como un mundo irrepetible de posibilidades por descubrir. Como si fuera un infante, como si fuera algo novedoso, como si fuera cuestión de vida o muerte, como si no hubiera oportunidad de repetir, los encuentros entonces se harían más auténticos. Todo un reto para una sociedad de consumo y rendimiento, en donde parece que la infancia está siendo robada por la tecnología y la violencia.
Mi nombre es Alex Bravo y cuento con la formación como Terapeuta Existencial y solo quiero externarte, que si en un momento, sientes que algo no va bien y que frente a lo que sea que estés sintiendo, no estás sola, no estás solo. Ya sea a distancia o de manera presencial, estoy con la mejor disposición de escucharte.
Hasta la próxima.
Terapeuta Existencial
Correo: cypesc@gmail.com