La familia | Recordando con cariño a los muertos

La familia | Recordando con cariño a los muertos

“Revivir experiencias y mantener la conexión emocional con nuestros muertos nos sirven como un espacio para expresar nuestras emociones y sanar las heridas…”

 Susana Sánchez*

La muerte es una de las experiencias más dolorosas que puede enfrentar una familia, son momentos difíciles que todos experimentamos irremediablemente y que nos cuesta trabajo asimilar. Sin embargo, en medio del dolor, también se abre una oportunidad para la memoria, la remembranza y el amor.

Recordar a los seres queridos es no solamente un acto de amor, de nostalgia o de homenaje, sino también una forma de sanar.

Existen diferentes prácticas, tradiciones y rituales que de manera positiva ayudan a las familias a mantener viva la memoria de aquellos que se han ido, permitiendo que su legado continúe en la vida de los que los amamos y que continuamos aquí.

Una de las costumbres más arraigadas en nuestro país es la celebración de fechas significativas como aniversarios de fallecimiento, cumpleaños, celebraciones especiales o el día en que recordamos a todos nuestros difuntos. Estas conmemoraciones nos ofrecen una magnífica oportunidad para reunirnos, compartir historias, anécdotas y recuerdos. Al recordar momentos felices se fortalece el vínculo familiar y el dolor se empieza a transformar en un acto de celebración de la vida de nuestro ser querido y de agradecimiento por haberlo tenido y disfrutado,

Las tradiciones que se viven en México como celebrar misas en su honor, pedir oraciones por ellos, el visitar y limpiar las tumbas, poner altares de muerto en honor a nuestro ser querido, preparar su comida favorita, sacar sus fotos del baúl de los recuerdos o realizar actividades que disfrutaba en vida, nos permiten no solo honrar su memoria, sino que también permite que los miembros de la familia conecten entre si y rememoren momentos importantes dentro del núcleo familiar. Estos rituales pueden ser especialmente importantes para los más chicos, quienes a menudo necesitan formas concretas de entender la muerte y el proceso del duelo de manera natural.

Revivir experiencias y mantener la conexión emocional con nuestros muertos nos sirven como un espacio para expresar nuestras emociones y sanar las heridas que pudiéramos traer arrastrando, además de que celebramos la vida de quienes ya se han ido y creamos un motivo para fortalecer la unión familiar.

Es importante que las familias se permitan sentir y procesar el duelo de maneras creativas, sanas, de manera controlada pero siempre dando oportunidad a que las lágrimas y las risas puedan coexistir, dando lugar a que los sentimientos de tristeza y amor se expresen de manera adecuada.

Cada miembro de la familia experimenta de manera diferente la pérdida de un familiar; generar espacios para que se compartan esas emociones y se acuerden de cosas que quizá los demás no puedan recordar enriquece a toda la familia y comunica de manera abierta lo que cada uno trae en su corazón para dar pie al apoyo mutuo, a ayudar a que la ausencia sea menos solitaria y más enriquecedora, integrando ese dolor a la dinámica familiar de manera que, aunque duela, también nos permita seguir adelante.

Entonces, recordar con cariño a nuestros muertos es una práctica que puede transformar el duelo en un acto de amor y conexión. A través de tradiciones, rituales, celebraciones, expresiones artísticas y el apoyo mutuo, las familias pueden mantener viva la memoria de aquellos que han partido. Esta conmemoración no solo rinde homenaje a los que ya no están, sino que también fortalece los lazos familiares, convirtiendo el dolor en una oportunidad para recordar lo mejor de la vida compartida.


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