La Familia | Vivir con la ausencia de los seres queridos

La Familia | Vivir con la ausencia de los seres queridos

“La ausencia se borra ante la memoria de los recuerdos”

 

Susana Sánchez*

Este 2 de noviembre recordamos con ánimo festivo a todos nuestros seres queridos que han fallecido, por todos lados vemos altares de muertos, arcos monumentales, fotografías, ofrendas, tapetes artesanales y calaveras y catrinas. Todos estos, símbolos para honrar a los que ya no están.

Esta tradición netamente mexicana, aunque no necesariamente zacatecana, es una oportunidad para poder vivir con un poco más de ánimo y actitud positiva los propios duelos y para enseñarles a nuestros hijos que la muerte esta necesariamente presente en nuestra vida y que todos, algún día, nos vamos a morir.

Y esta oportunidad es magnífica para hablar con los nuestros de la muerte, de la propia y de la de los demás, comunicando de manera efectiva y asertiva las cosas que necesitamos decir. Conversar sobre los temas dolorosos es difícil pero necesario, hacer como si no pasara nada, disasociando nuestros sentimientos no ayuda en nada, es indispensable aceptarlo, sentirlo, reconocerlo, legitimarlo y gestionarlo ya que las personas que más sufren en estas situaciones son quienes no pueden expresar y compartir con otros su dolor por la ausencia.

La ausencia de los seres queridos es para todos dolorosa, fue el filósofo francés Gabriel Marcel quien distinguió entre presencia y ausencia. La persona que realmente está presente en mi vida es la que se convierte en ausencia real cuando se muere. Quien no siente el calor de la presencia no tiene la menor idea de lo que es la experiencia de la ausencia.

La ausencia de un ser querido puede convertirnos en personas tristes, amargadas o incluso en personas ausentes al igual que el que se fue, ahí es donde debemos luchar para no caer en la depresión sino entender que el que ya no está cumplió un ciclo en esta vida y que quienes nos quedamos también lo estamos cumpliendo.

Es ocasión de reflexionar sobre lo importante de lo eterno y lo efímero de lo material, sobre nuestro fin último, que para los creyentes es ir al cielo y en cómo nos estamos ganando ese cielo donde ahí sí, estaremos para siempre. Hablar de la trascendencia hoy en día es un deber ineludible para todos, animar a nuestra familia y amigos a hacer las cosas de modo que nuestras vidas tengan sentido y que nos preocupemos de las cosas verdaderamente importantes nos ayudará a todos no solo a ser más felices y gozar mejor esta vida sino a tener nuestras aspiraciones en valores más altos.

Los presentes estamos aquí para gozar el tiempo que se nos ha dado, para sacarle jugo a la existencia y para vivir la vida, amarla y disfrutarla.

La memoria de los ausentes y conservar sus recuerdos con cariño, pero sin apego es bueno para los que estamos aquí en la tierra, y aunque ellos ya no están, seguro que desean que vivamos plenamente el fragmento de historia que nos toca vivir para que seamos luz y sal para los demás.

La ausencia de un ser querido es ocasión para descubrir que no estamos ausentes, que vivir es más que esperar la muerte, sino que es gozar del valor de cada instante, de cada presencia, de cada ser humano con el que coincidimos en este tiempo.



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