La familia | La austeridad familiar
“Tened valor para educar en la austeridad; si no, no haréis nada”
Susana Sánchez*
Ahora que iniciamos el tiempo de cuaresma, donde la Iglesia Católica nos invita al recogimiento, a la donación y a la reflexión, es oportuno de hablar de la austeridad en la familia como un modelo de crecimiento en virtudes importantes como la sencillez, la templanza, la sobriedad y la fortaleza.
Según el diccionario de la RAE, austeridad significa “sobriedad, mesura, prudencia, temperancia, seriedad, moderación, frugalidad, continencia”. Todas estas cualidades son necesarias para desarrollar una vida plena sin apegos innecesarios ni dependencias inútiles.
La virtud de la austeridad en el hogar no se reduce a solo vivir con menos, sino a vivir con menos dándole un sentido, no es conformismo ni pobreza, es una elección donde la familia decide conscientemente renunciar a ciertas comodidades para tener una vida más plena.
Dentro del hogar, lo más preciado de la virtud de la austeridad es la enseñanza que nos deja de darle el valor que corresponde a cada cosa, teniendo el conocimiento de que somos capaces de vivir con menos, con lo mínimo permitiendo que nuestros actos, decisiones y compras pasen a ser algo más que la ansiedad de quien busca la satisfacción inmediata o tapa un hueco emocional.
A la hora de emprender el camino de la austeridad podremos encontrarnos con varios obstáculos, algunos de ellos, muchos, inventados o creados a partir de la época que estamos viviendo de un consumismo exacerbado, de una inmediatez absoluta o de una falta de sentido de la utilidad de las cosas.
La austeridad implica un verdadero ejercicio de la voluntad de negarnos a nosotros mismos las cosas que no son indispensables en nuestras vidas y subsistir solo con aquello que es útil en la cotidianeidad. Es necesario también vivir dentro de nuestros propios medios sin dejarnos arrastrar por la opinión de los demás o por querer aparentar una nada ni pertenecer a un status quo que no podemos sostener.
Lejos de ser una restricción, la austeridad puede embellecer la vida de quien la adopta y puede proporcionar una paz interior, encontrándole significado y propósito en cada elección que hagamos, lo cual impacta directamente en nosotros mismos y en los nuestros.
Es una pequeña pieza que nos regala una vida familiar feliz con lo que tiene, sin que le sobre ni le falte nada y con plena consciencia de la utilidad de las cosas, dándoles su justo valor y cuidando con delicadeza y cariño lo que se tiene.
Pero no se trata solo de reducir el consumo al máximo y vivir con necesidades, es más bien vivir con generosidad y gratitud, sabiendo distinguir con serenidad el orden de lo interior y lo exterior para alcanzar nuestras metas en el desarrollo familiar.
Este proceso de adquirir la austeridad exige examinar nuestro modo de vivir, nuestras costumbres diarias, hacer un balance de lo que tenemos y lo que nos falta con estricto apego a lo esencial y buscando la armonía en nuestras casas, en nuestras vidas, en nuestras mentes y en nuestro espíritu.
Los beneficios de la virtud de la austeridad en nuestra familia son muchos: podemos hablar de autoconocimiento y regulación, de una reducción del estrés financiero, fomenta la creatividad y reduce el capricho, nos da una mejor calidad de vida en el afecto y las relaciones humanas y nos ayuda a adquirir la tolerancia a la frustración.
La austeridad puede ser una buena consejera dentro de nuestra familia, nos procura el equilibrio en el uso de los bienes y a través de ella encontramos la esencia de nuestro ser y nos abre hacia una verdadera alegría y plenitud.