La familia | Familias contracorriente

La familia | Familias contracorriente

“El verdadero hombre sonríe ante los problemas, cobra fuerza de la angustia y crece valiente por la reflexión”

 

Susana Sánchez*

Existe un tipo de peces llamados “diatromos” cuya característica principal es alternar su vida en el río y en el mar. Dentro de estos peces se encuentra el salmón del Atlántico, que vive en la seguridad del río hasta que es adulto. Cuando llega la temporada de reproducción nada río arriba, contra corriente, para desovar sus crías y después emprender el viaje de regreso cientos de kilómetros para lograr su objetivo, que es cumplir su ciclo de vida.

En la educación de los hijos, los padres muchísimas veces sentimos que, al igual que el salmón del atlántico, nadamos contra corriente, sorteando obstáculos, yendo al lado contrario al que va la sociedad o todos los demás padres, sintiéndonos muchas ocasiones solos en un mundo donde se han arraigado costumbres y valores que van en contra de lo que como familia queremos para los nuestros.

A veces podemos tener la tentación de dejarnos llevar por la corriente que nos dice que todo es relativo, que no está mal vivir nuestra vida egoístamente o que los valores de nuestros abuelos están pasados de moda, que las instituciones no sirven para nada o que no vale la pena luchar y es mejor dejarse llevar y de todos modos no pasa nada.

Esta actitud derrotista ante la defensa de lo verdaderamente valioso nos puede generar al principio un sentimiento de alivio al no cargar con esos valores, sin embargo, al final del camino esto nos puede hacer perder la perspectiva.

Una familia que nada contracorriente y que, a pesar de los dictados de una sociedad moderna hedonista y relativa, vive coherentemente los valores en los que cree es una familia valiente, porque nadar contra corriente no es una emoción pasajera que significa llevar la contraria a todo, es más bien una actitud y un estilo que vida que defiende la verdad y el bien. Es persistencia contra el mal y perseverancia en el bien.

Vivir contra corriente es también rebelarnos de imposiciones sociales de moda que solo por el hecho de eso, de estar de moda, tratan de imponernos una ideología diferente a la que estamos convencidos. Frases como: “todo mundo lo hace” “relájate, no tiene nada de malo” “asi se usa ahora” deben desterrarse de nuestro vocabulario familiar cuando las acciones que defienden van en contra de nuestro sentido común y nuestra conciencia,

Tal vez nos pueda ganar el miedo a vivir de esta manera, pero al final tendremos la satisfacción de hacer lo correcto y enseñar a los nuestros a hacer lo mismo, y como dijo una conferencista a una mamá que le cuestionaba si al actuar contra corriente no corría el riesgo de que señalaran a sus hijos respondió: “si, probablemente pueda ocurrir, pero debemos darles las herramientas necesarias y acostumbrarlos a vivir contra corriente y enseñarles a nadar así”.

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