La Familia | El trabajo familiar
"Ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos"
Susana Sánchez*
A propósito del día de ayer, donde conmemoramos el Dia del Trabajo, mi reflexión va dirigida justo a este importante tema pero orientado al ámbito familiar.
El Papa Juan Pablo II en su encíclica “Laborem Exercens” nos dice que «El trabajo es el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un derecho natural y una vocación del hombre. Estos dos ámbitos de valores —uno relacionado con el trabajo y otro consecuente con el carácter familiar de la vida humana— deben unirse entre sí correctamente y correctamente compenetrarse»
En los tiempos que vivimos ha vuelto a surgir una figura que antes estaba inserta en la vida cotidiana de las personas, me refiero al trabajo en familia, ese que hacían de manera común las familias, ya sea atendiendo un negocio familiar, trabajando en la tienda de la mamá, en el taller del papá o en el despacho del tío. Ese donde los hijos hacían los mandados, llevaban recados, ayudaban con las cuentas, en fin, donde aprendían a trabajar.
Ahora nos ha costado mucho armonizar las exigencias del trabajo con la vida familiar cuando antes el trabajo en familia estaba de alguna manera incluido en la cotidianeidad.
Y es que la unidad de vida se practica en todos los ámbitos, también y especialmente en el ámbito familiar, porque de alguna manera nos sitúa en nuestras prioridades y pone orden en el corazón. La vida familiar y la profesional se sostienen mutuamente y si tenemos la fortuna de lograr que los hijos se inserten en el trabajo que realizamos los padres, tenemos la oportunidad primero de convivir más con ellos, de enseñarles a trabajar, de que aprendan de sus errores con nosotros y de poderlos sostener cuando los cometan. También es una oportunidad para descubrir cuáles son los talentos de cada uno de nuestros hijos, lo cual es una valiosa herramienta para ayudarles a descubrir su propia vocación cuando llegue el momento.
Incluso en los negocios familiares se aprende de manera natural a trabajar en equipo, a negociar, a ser líderes, a crecer en la tolerancia a la frustración, a resolver conflictos, a ayudar, a servir y sobre todo a trabajar por un bien común muy elevado que es el bienestar de su propia familia. El trabajo familiar nos proporciona un hogar en el cual crecer y desarrollarnos como individuos.
Los papás por nuestra parte aprendemos a escuchar nuevas ideas, a confiar más en nuestros hijos, a apoyarlos en su creatividad, a estar abiertos a una visión más moderna y a que se pueden hacer las cosas de manera diferente.
Y es que la vida familiar y la vida profesional se sostienen mutuamente. El trabajo, dentro y fuera de casa, es, en un cierto sentido, una condición para hacer posible la fundación de una familia. En primer lugar, porque la familia exige los medios de subsistencia, que el hombre adquiere normalmente mediante el trabajo.
A su vez, el trabajo es un elemento fundamental para alcanzar los fines de la familia. Trabajo y laboriosidad condicionan todo el proceso de educación dentro de la familia, precisamente por la razón de que cada uno "se hace hombre", entre otras cosas, mediante el trabajo, y ese hacerse hombre expresa precisamente el fin principal de todo el proceso educativo.
Propiciemos la oportunidad de estar todos juntos y aprovechemos el tiempo para enseñarles a trabajar e impulsemos las iniciativas de negocios familiares, que son un espacio seguro para desarrollar la potencialidad laboral de los hijos.