La familia | Cuando el ejemplo no basta

La familia | Cuando el ejemplo no basta

“Si no eres buen ejemplo, serás horrible advertencia”

Susana Sánchez*

En el contexto familiar, se dice a menudo que "predicar con el ejemplo" es una de las mejores maneras de educar a los hijos. Sin embargo, hay situaciones en las que este principio, aunque los padres nos desgastemos en cumplirlo, no es suficiente. Aunque los padres son modelos a seguir fundamentales, existen factores externos y dinámicas complejas que pueden dificultar que el ejemplo se traduzca en aprendizajes efectivos. Es vital entender que, además de ser ejemplos, los padres deben adoptar un enfoque más proactivo y consciente en la crianza.

Primero, es importante reconocer que los hijos no siempre interpretan las acciones de sus padres de la manera que estos esperan. Muchos hijos pueden pensar que algunos valores y principios son flexibles, subjetivos y que dependen de cada situación. Esto pasa especialmente cuando el ambiente en el que viven les dice a gritos y por todos lados que vivan su vida independientemente de si sus actos son buenos o malos, también está muy vigente el hablar solo de afectividad, sentimientos y emociones, dejando en segundo plano lo verdadero, lo bueno y lo bello de la vida.

Efectivamente, el entorno social y cultural juega un papel crucial en la formación de valores y comportamientos. Una persona que observa conductas contrarias a lo que se enseña en casa, como en la escuela o en la comunidad, puede verse influenciado negativamente. Hay acciones que ellos creen que son aceptables, independientemente de lo que sus padres le hayan enseñado. En este sentido, el ejemplo de los padres puede verse opacado por las influencias externas, lo que resalta la necesidad de un enfoque educativo más integral, claro y firme.

Del mismo modo, la falta de consistencia en los valores que se enseñan a través del ejemplo puede llevar a confusiones y contradicciones en la comprensión de lo que realmente es correcto o incorrecto.

Otro aspecto para considerar es que los hijos necesitan cuidar sus modelos a seguir; es primordial cuidar sus entornos, sus amistades y lo que les meten en la cabeza y en el corazón, requieren también conversaciones significativas sobre los valores y principios que se desean inculcar. La comunicación efectiva es fundamental para que comprendan el "por qué" detrás de los comportamientos. Sin estas conversaciones, los hijos pueden no comprender el contexto o la profundidad de las acciones de los padres.

La educación emocional es otro componente esencial. Cada hijo debe aprender a reconocer y gestionar sus propias emociones para poder actuar de acuerdo con los valores que se les enseñan sin dejarse llevar por el impulso o el instinto solamente, no somos solo changuitos inteligentes que no se pueden controlar ni se pueden auto dominar.

En conclusión, aunque predicar con el ejemplo es un componente valioso en la educación de los hijos, no es suficiente por sí solo. La comunicación abierta, la educación emocional, el cuidado de su entorno y la colaboración con la comunidad son aspectos fundamentales que complementan el modelo de comportamiento de los padres. Solo así se puede cultivar un entorno familiar que fomente un desarrollo integral y una comprensión clara de los valores que se desean transmitir.

En última instancia, el objetivo es preparar a los hijos no solo para imitar, sino para comprender y aplicar los principios que guiarán su comportamiento en el mundo, haciéndolos reflexivos, mostrándoles las consecuencias de sus actos y diciéndoles siempre que nuestras acciones son las que nos definen en la vida.


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