Hablemos de seguridad… y algo más | Niños controladores

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“Pensar en las necesidades detrás de su comportamiento, ayudarlos a expresar sus sentimientos y a manejar sus emociones, así como utilizar todas aquellas herramientas que los ayuden a sentirse personas importantes y valiosas hará que desde niños seres felices, maduros, respetuosos, con habilidades y capacidades para resolver conflictos”

 

Diego Varela de León*

En la visión de Tomas Moro impresa en su obra “Utopía” en el campo de la enseñanza sobresale a primera vista la educación basada en el seguimiento de la conciencia acentuada por las convicciones como el valor central de la persona, una ética ciudadana laica, pero abierta a la trascendencia que privilegie la cooperación y la solidaridad, la equidad intergeneracional y de género, así como un puntual acento en los valores y principios éticos del hombre desplegados desde el seno de la familia y apoyados por la escuela donde habrán de enseñar al niño literatura, arte, ciencia, matemáticas, sociales, historia, civismo, ética, geografía, español entre otras.

En este pensamiento de Tomas Moro asentaba que sin educación no habrá futuro, pues si se tolera que el pueblo esté mal educado y sus modales corruptos desde la infancia, y después los condenan por los crímenes a los que su primitiva educación les ha abocado, se llega a la terrible conclusión de que primero los haces ladrones y después los castigas, formar niños es más inteligente que enderezar adultos, modificar algo es más complicado que construirlos desde cero.

Una de las fuentes más ricas en el pensamiento pedagógico de Tomas Moro sin duda yace en el seno de la propia familia, pues el valor de la familia tiene sin duda una importancia central como fuente de humanización, desarrollo y calidez características idóneas para desarrollar las cualidades de cada miembro de la familia.

Ayer había padres de familia y abuelos que solo con la mirada controlaban la conducta de sus hijos y nietos, y tal vez porque detrás de esa mirada firme y amenazante estaba implícita una fuerte llamada de atención, o tal vez un recordatorio de las enseñanzas ya recibidas, que a decir de generaciones pasadas en ocasiones no eran sino el producto de represión mediante actos violentos de ciertas actitudes o conductas incorrectas, tal vez derivado de eso, las nuevas generaciones fueron tomando “conciencia” de que la vía para la crianza de los hijos no debería de ser por medio de los golpes o la intimidación, pero de igual forma se ha desvirtuado esa educación pasando de la rigidez a la permisibilidad excesiva.

La educación de nuestros hijos desde la edad temprana no es un tema menor, pues en buena parte de nuestro diario vivir, los padres a menudo estamos confundiendo el amor que se tiene a los hijos y la cercanía que debemos de tener con ellos, amén del apoyo que debemos recibir de nuestros progenitores, con el hecho de darles la mano y luego nos toman el brazo completo.

Mucho han tenido que ver los tiempos de antaño con estos días que nos toca vivir, en un entorno de globalidad, donde las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) , permiten a nuestros hijos acceder a cualquier información que ellos deseen y en el afán de que nuestros hijos tengan lo que muchos de nosotros no tuvimos o mejor dicho que a muchos de los que hoy somos padres nos costó un verdadero trabajo conseguir lo mucho o poco que somos y tenemos en base a la constancia, tesón, y otros sacrificios, porque había que trabajar y estudiar, amén de ayudar en la labores del hogar, y el hecho de estudiar es porque era y seguirá siendo responsabilidad de uno mismo, en una visión de los padres de antaño, contrario a esas realidades de lo que hoy vivimos en las que hay padres que les damos sin pensar todo a nuestros hijos, en la premisa de que ellos no sufran lo que uno sufrió.

Como resultado estamos teniendo hijos que tienen un desenvolvimiento personal con negatividades en sus decisiones y en muchos de los casos el fracaso rotundo y otras peores inmersos en las drogas y otras adicciones y en casos peores en temas de delincuencia en sus diferentes modalidades y en estos casos la culpa de lo anterior no es sino de los padres en la gran mayoría de los casos, porque en el afán de querer un mejor vivir para ellos, en muchas ocasiones somos copartícipes de sus fracasos, y dejamos que ellos tengan el sartén por el mango.

Si bien es cierto los derecho de las niñas, niños y adolescentes son en sentido positivo de no violencia ni maltrato, pero en muchas ocasiones nos vamos a los extremos bailando al ritmo que ellos marcan, hoy en día tenemos más papas preguntones que orientadores, donde los niños tienen la última palabra, “hijo que quieres de comer” “hijo te quieres bañar” “hijo que quieres jugar” “hijo a dónde quieres ir” “hijo hace frío quieres ir a la escuela” y la última palabra la tienen ellos rayando en un filiarcado cada vez más acentuado.

Sin duda un drama que vive nuestra sociedad cuando en algunas familias el centro de atención exclusivo son el hijo o la hija que aprovechan su notoriedad para imponer su santa voluntad, pues los padres estamos confundiendo amor, cercanía y apoyo con tener “buen rollo” con los hijos, queriendo convertirse en vez de papas en amigos y estos últimos terminan por tomarte el brazo entero apenas se descuiden los progenitores.

No hay duda de que un hijo es una promesa de vida y de amor, una fe basada en la esperanza de un mejor mañana, ilusiones impregnadas de sueños por una vida nueva, los hijos son el regalo más preciado que la vida nos da, son la inspiración que nos hace levantarnos cada mañana y enfrentarnos a la vida, pero también va implícita una gran responsabilidad.

Hoy tenemos en nuestras manos esa gran responsabilidad como es la educación y guía de nuestros hijos y el meollo del asunto seguirá estribando en que realmente los padres de familia basen la educación y guía de sus hijos en una crianza positiva, donde podamos tener una comunicación asertiva, comprenderlos, ser empáticos, reconducir cuando sea necesario, tener colaboración con ellos, establecer acuerdos, poner límites, ser un buen ejemplo para ellos, entender la personalidad de cada uno, pensar en las necesidades detrás de su comportamiento, ayudarlos a expresar sus sentimientos e implícito el manejo de su emociones, así como utilizar todas aquellas herramientas que los ayuden a sentirse personas importantes y valiosas, lo que traerá como consecuencia que sean desde niños seres felices, maduros, respetuosos, con habilidades y capacidades para resolver conflictos, seres humanos colaboradores y responsables y en el futuro sean mujeres y hombres de bien.

 

 

*Libre pensador, amante de la música y del deporte

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