Hablemos de seguridad… y algo más | La resiliencia comunitaria
“El término de resiliencia se utiliza en el ámbito de lo social, para referirse a personas que están relativamente bien a pesar de vivir en contextos emocionales complicados…”
Diego Varela de León*
Indudablemente el ser humano desde su concepción, nacimiento, crecimiento, desarrollo y plenitud se enfrenta a distintas vicisitudes en la vida que a menudo se presenta ásperas y difíciles y que en no pocas veces exige penosos sacrificios en esas vivencias de vida que las circunstancias y condiciones son por demás complicadas y el seguir adelante es el único camino asequible para renacer como el ave fénix de entre las cenizas, de ahí la importancia tan significativa del cómo se tomen cada uno de los procesos malos o regulares del devenir personal y colectivo.
El término de resiliencia se utiliza en el ámbito de lo social, para referirse a personas que están relativamente bien a pesar de vivir en contextos emocionales complicados, además de la marginalidad y situaciones de riesgo. La resiliencia se refiere no sólo a personas en particular sino también a los grupos familiares o colectivos capaces de superar los efectos perjudiciales de los contextos desfavorables. La resiliencia es evidencia de que una vida dura y difícil en términos emocionales o materiales no necesariamente conduce a la violencia, a la desadaptación social o a trastornos emocionales o psicológicos, pues los contextos desfavorables no afectan de la misma manera a todas las personas y estas no responden de igual manera al conflicto o al estrés.
Entonces pues el fondo de la resiliencia se construye en el día a día, cuando las personas se deciden a atenderse y se involucran en la implementación de los mecanismos para salir adelante (ayuda de la tanatología o psicología), en la resolución no violenta de los conflictos, en mejorar sus condiciones personales.
Ahora bien, el concepto de resiliencia comunitaria este surgió en América Latina en contextos marcados por la pobreza y la desigualdad; es un concepto más reciente que el de resiliencia individual y se refiere a aspectos que permiten a comunidades enteras afrontar los traumas y conflictos colectivos. Y tal como les he compartido en otros esbozos, la comunidad se conforma por personas que mantienen entre sí relaciones y vínculos, ideas, valores y costumbres con distinto grado de conformidad y de conflicto y estas variables inciden en las fortalezas, pero también en la vulnerabilidad, así como en la capacidad de adaptabilidad, afrontamiento, recuperación y transformación frente a los cambios que enfrenta una comunidad. Algunas comunidades combaten las adversidades y son capaces de superar las dificultades, mientras que otras se llenan de abatimiento y desesperación. Cuando ocurren situaciones críticas, en algunas comunidades afloran los aspectos positivos y éstas se transforman positivamente. Ante situaciones percibidas como amenazantes o perjudiciales a la comunidad, las personas no siempre reaccionan negativa o desadaptativamente, por lo que no se produce el caos social, lo antes asentado lo podemos asemejar cuando por distintos medios de comunicación hay desinformación sobre una noticia trágica y dichos medios la tergiversan y por ende se genera miedo, zozobra y pánico antes de saber el verdadero contexto de echo noticioso.
El enfoque de la resiliencia comunitaria señala que los contextos desfavorables y las catástrofes colectivas no afectan a todas las comunidades por igual, sino que éstas responden de manera diferente a los conflictos y al estrés. Su grado de resiliencia permite a las comunidades responder a contextos de violencia, desastres, explotaciones, abusos, etc. y hacerles frente y salir fortalecidos e incluso transformados de la experiencia. Aunque existen diversas dimensiones de la resiliencia, hacemos énfasis en tres de las principales como lo es la estabilidad, recuperación y la consecuente transformación.
El conocimiento de estos enfoques nos permite plantear un abordaje desde las redes de apoyo y las representaciones sociales que se denominan “intervenciones de red” para prevenir la violencia y la delincuencia en las comunidades, las cuales tienen por objetivo promover cambios en los sistemas relacionales y formas de establecimientos de los lazos, de tal forma que proporcionen un mayor nivel de seguridad ciudadana y bienestar comunitario, dicho cambio consiste en un proceso de modificación de las representaciones sociales como instancia de mediación y organización de los vínculos que como comunidad se establecen, de tal suerte que el sistema se modifica en sentido de la coproducción de una seguridad ciudadana, y de manera inversa, las redes sociales y sus representaciones sociales inapropiadas pueden expresarse como mecanismos de exclusión y de marginación a través de procesos de estigmatización y etiquetamiento para vigilar y castigar una conducta desviada, es decir, un sistema relacional puede proveer de seguridad a sus miembros, pero también puede desarrollar formas culturales de reproducción de la violencia, de ahí la importancia que reviste el tema de la resiliencia tanto individual como comunitaria.