Hablemos de seguridad… y algo más | La disfuncionalidad familiar   

Hablemos de seguridad… y algo más | La disfuncionalidad familiar  

“La violencia en cualquiera de sus manifestaciones y para el caso que nos ocupa, refiere al maltrato o abuso de la pareja…”

 

Diego Varela de León*

Entendiendo que el núcleo principal de la sociedad por excelencia es la familia. El término de Broken Homes (Hogares rotos), refiere a estructuras que han sufrido trastornos en el núcleo familiar por distintas causas como la separación, el divorcio, la violencia o perdidas por separación o fallecimiento; en diversas investigaciones que se han realizado en distintos espacios geográficos del mundo y épocas hasta nuestros días, se ha demostrado que más 60% de los delincuentes provienen de hogares desestructurados, es decir, que los índices de delincuencia son mayores entre quienes provienen de familias desestructuradas en comparación con los que son de familias “normales” resultados similares en sentencias condenatorias de delincuencia juvenil o sentencias condenatorias de adultos.

De acuerdo con lo anterior y como consecuencia de la estructura social deteriorada, se asumen en distinta medida que una de las causas primarias de la delincuencia radica en el trastorno y la inestabilidad derivadas de las estructuras e instituciones sociales tales como la familia, y por ende el delito se considera como una consecuencia de esa entropía familiar y desorganización social. En este sentido mucho tienen que ver la educación que se les imbuya a los hijos desde la edad temprana en el aprendizaje, pues la conducta humana de manera general consiste en “una interacción recíproca y continua entre los determinantes cognoscitivos, los comportamentales y los ambientales”, donde se subraya el papel decisivo que desempeñan los modos y formas de crianzas familiares y sociales para explicar el desarrollo y modificación de la conducta humana, así como la formación de la personalidad individual.

La violencia en cualquiera de sus manifestaciones y para el caso que nos ocupa, refiere al maltrato o abuso de la pareja, es decir, es el empleo de la violencia entre personas que están casadas, que viven juntas, o que tienen o han tenido una relación íntima de cierta duración. La violencia en el hogar puede consistir desde empujones, golpes, cachetadas, estrangulación, puñaladas, actos sexuales forzados, económica o material para controlar el comportamiento de su pareja. Y esto se puede traducir en situaciones muy graves y terminar con heridas físicas o psicológicas e incluso con la muerte.

En los hogares donde hay problemas familiares, impera  el miedo, la inestabilidad y la confusión, pues los miembros del hogar viven con el temor constante de ver sufrir a su mamá, de quien deberían de tener amor, cuidados y protección, sin embargo los menores al ser observadores de esa violencia, pueden tener emociones encontradas y sentirse incluso culpables por ese sentimiento de amor a cualquiera de los dos progenitores (papá o mamá) o bien culparse a sí mismos de ser la causa de los problemas, lo que puede generar en los menores síntomas de distintos malestares desde dolores de cabeza, vomito, estrés, ansiedad, problemas de aprendizaje, problemas auditivos o del habla, de socialización adecuada, traumas psicológicos, y al final de día tener más probabilidades de reproducir patrones aprendidos, caer en prácticas como el cutting, depresión aguda, adicciones de alcoholismos y drogadicción, etc.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la violencia contra la mujer, especialmente la ejercida por su pareja y la violencia sexual, constituyen un grave problema de salud pública y una violencia de los derechos humanos de las mujeres, lo anterior a propósito del lamentable acontecimiento del feminicidio que tuvo lugar el día viernes de la semana pasada en la calle principal de la colonia Tierra y Libertad, así como el que sucedió en el mes de mayo del año pasado en la misma colonia, y con esta voz y esta pluma reprobamos tajantemente esos actos de barbarie, y que aun sin tener los elementos de descargo suficientes en cada uno de los casos en particular, esa violencia que termino en un fatales desenlaces, tuvo un origen que no se atendió de manera oportuna en la edad temprana de los perpetradores. Y convencidos de que todo puede cambiar y que la solución está en cada uno de nosotros, pero también en aceptar que necesitamos ayuda de personas especializadas tenemos que acudir a las instancias privadas o institucionales que cuentan con las áreas multidisciplinarias orientadas a la prevención mediante terapias psicológicas o psiquiátricas.


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