Hablemos de seguridad… y algo más | Grupos vulnerables susceptibles de violencia

Hablemos de seguridad… y algo más | Grupos vulnerables susceptibles de violencia

“La vulnerabilidad alude a una condición social en la que un actor o grupo está expuesto, abierto y susceptible a un ataque…”

 

Diego Varela de León*

Entre los tantos tópicos de prevención que semana tras semana compartimos en el ánimo de generar conciencia social, está el de los grupos sociales vulnerables que por sus propias condiciones de incapacidad, son sujetos y objeto de las distintas violencias, sin duda es una asignatura ineludible de abordar y sobre todo de atender y poner manos a la obra en torno a las medidas de prevención y protección de dichos grupos, pues ellos forman parte de nuestra sociedad y es de suma importancia visibilizar, pues sin menoscabo de la inherencia que tenemos como sujetos de derechos y obligaciones, debemos ser agentes sociales de una construcción sociocultural adecuada, ya que es obligación de todas y todas atender y generar acciones de protección para quienes sin desearlo pertenecen a dichos grupos.

Según algunos autores como Alain Wisner refiere que: “La vulnerabilidad alude a una condición social en la que un actor o grupo está expuesto, abierto y susceptible a un ataque debido a que sus capacidades o recursos son insuficientes para prevenir, enfrentarse o recuperarse del impacto de una amenaza”. Y las amenazas pueden ser de diversa índole: tanto ambientales, como políticas, y de salud, entre otras, igualmente las capacidades o recursos para prevenir, atender y recuperarse de situaciones de violencia y delincuencia pueden ser de tipo económico, cultural o social. Y sin duda dicha insuficiencia es consecuencia de normas sociales discriminatorias inadecuadas y reprobables, además de las deficiencias sociales e institucionales que exacerban la situación de vulnerabilidad.

En este sentido uno de los tantos ejemplos que podemos evocar es cuando una persona víctima de violación tiene más capacidades de reponerse de los daños cuando puede acceder a tratamiento psicológico, cuenta con redes de apoyo, tiene conocimientos y condiciones para interponer una denuncia. En cambio, una persona hablante de lengua indígena estaría en una situación más vulnerable por el sólo hecho de que los operadores del sistema de justicia no siempre disponen de traductores. En este sencillo ejemplo, la situación de vulnerabilidad puede considerarse el resultado de un proceso social marcado por la desigualdad en el acceso a bienes materiales, servicios públicos institucionales, ambientales y culturales.

En este tenor de ideas es conveniente que precisemos que es imposible demostrar que todas las personas que pertenecen a cierto grupo o sector social mantengan las mismas condiciones de vida, puesto que al interior de los grupos prevalece una multiplicidad de contrastes, diferencias y ambigüedades. De tal suerte que existen niñas y niños de diferentes clases sociales, mujeres con distinto nivel de ingresos y conocimientos culturales, jóvenes con opciones educativas diferenciadas, personas adultas mayores que han acumulado bienes y otras en situación de calle y vulnerabilidad; sin embargo, entre las personas de un grupo social existen elementos comunes que les hacen proclives a experimentar violencia o delincuencia; se trata de sectores sociales que concentran varios factores de riesgo, de manera que éstos pueden considerarse indicadores de vulnerabilidad; por ello la violencia que vive y padece la niñez por parte de las personas cuidadoras influirá en el desarrollo de su personalidad y habilidades sociales, pues son ellos quienes les forman y “protegen”. Se trata de una situación que genera confusiones en las niñas y niños, les inhibe a hablar de ello y genera consecuencias que pueden impactar toda su vida, y en consecuencia habrá una reproducción intergeneracional de violencia, inseguridad, baja autoestima, ansiedad, etc. igualmente es preciso considerar que las niñas y niños así como las y los adultos mayores, indígenas y personas con capacidades distintas también pueden vivir violencia por parte de la propia sociedad y que ello también impactará en su seguridad y confianza.

Por lo anteriormente asentado, estamos ciertos que la vulnerabilidad no es una situación social determinante y que, por supuesto es posible cambiar nuestros procesos sociales de actuación, pues ciertos deberíamos estar que tenemos la capacidad de transformarla, de ahí que sea preciso que todas y todos seamos participes de las distintas medidas de prevención social que se orienten a disminuir los factores de riesgo, así como fortalecer factores de protección. Tales factores estarán en el entorno o competencias de cada persona y sin duda pueden influir de manera positiva en la vida de las niñas y niños, adultos mayores, indígenas y personas con capacidades distintas, dichos factores positivos de transformación tendrán que iniciar y estar presentes desde la familia, la propia comunidad, así como los servicios que brindan las diferentes instituciones en sus diferentes niveles, porque juntos es posible hacer una transformación adecuada de la sociedad que todas y todos anhelamos, tan solo hace falta poner manos a la obra, ya que la prevención inicia por mí, por ti y la prevención la hacemos todos.


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