Hablemos de seguridad… y algo más | Fases de atención preventiva
“… la reducción del daño consiste en diseñar e implementar estrategias encaminadas a controlar y/o reducir los efectos derivados de las conductas desviadas…”
Diego Varela de León*
Tal como lo hemos asentado en distintos esbozos respecto a que la inseguridad tiene varias aristas, por tanto la prevención no se sustenta exclusivamente en las relaciones entre los individuos, sino que considera que existen factores estructurales que pueden incrementar la posibilidad de que se presenten manifestaciones de violencia y delincuencia y solo por citar algunos tales como: bajos ingresos, familias disfuncionales y crecimiento no planificado de las ciudades, obviamente no se puede ni se debe aunque se pueda criminalizar la condición socioeconómica de las personas o bien por la religión, por la raza, por las preferencias políticas o sexuales, etc. aun y cuando en pleno siglo XXI sigue pasando el tema de estereotipar a las personas, son situaciones indeseables y precisamente por ello lo asentamos a manera de generar conciencia sobre esas conductas inaceptables.
Y ya entrando en desmenuzar el tema de la prevención, la cual desde una forma más profunda no sólo se relaciona con el contexto, la población y los niveles y tipologías de la acción preventiva, sino que está estrechamente relacionada con tres fases de atención, las cuales en primer lugar es la prevención en sus distintos tipos y niveles, en segundo lugar, tenemos la reducción del daño y en tercer lugar tenemos el tratamiento o bien rehabilitación.
Respecto a la prevención y reducción del daño y el tratamiento, parten del hecho de que problemas como la farmacodependencia, el pandillerismo, la violencia familiar, infantil, contra adultos mayores y otras situaciones de sufrimiento social, son un reflejo de las formas en que dichas situaciones son percibidas y definidas (representaciones sociales) por los diferentes actores, grupos o miembros de la comunidad y de las dinámicas asociadas a dichas representaciones.
Por otro lado, la reducción del daño consiste en diseñar e implementar estrategias encaminadas a controlar y/o reducir los efectos derivados de las conductas desviadas o violentas (violencia hacia las mujeres, alteraciones del orden tanto en la calle como en los domicilios, consumo de alcohol, drogas, etc.), se centra en atender las consecuencias de éstas en el estado integral de salud del individuo y en su entorno social, es decir la salud pública. Tanto los proyectos como los programas de reducción de daños buscan resolver, por un lado, los efectos en la salud física y/o mental derivados de las conductas del sujeto y, por otro lado, las condiciones de riesgo a la seguridad sanitaria y social del resto de la población.
Ya en lo que respecta al tratamiento se da en una atención focalizada, con una metodología específica en espacios controlados, que busca devolver competencias y habilidades a través de estrategias rehabilitadoras, reeducativas y psicoterapéuticas para que las personas en una condición de desviación retomen nuevamente el control de su vida y de sus decisiones de forma consciente, para que recobren su condición de vida social sin desventaja respecto a sus congéneres.
Ahora bien, sin menoscabo de cualquier estrategia de prevención efectiva, se requiere considerar que dichas fases sin lugar a dudas están estrechamente interrelacionadas entre sí, e igualmente con otras más que tampoco se pueden ver alejadas de las anteriores. Ya que en la comunidad confluyen diferentes sistemas, los cuales se relacionan, influyen, definen y controlan mutuamente, y la acción preventiva actúa sobre las relaciones entre estos sistemas y no sólo sobre las personas y sus conductas.