El espectador | Solo

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“Habitar su hogar en silencio”

Alex Bravo*

Aunque aislarse y separarse de otros, para disfrutar de un espacio a solas, es reconfortante, con el paso de los días se va experimentando un grado de nostalgia, por la falta de comunicación con otro. Son contadas las personas que eligen quedarse solas, todavía menos son, aquellas que viven solas consigo mismas y en silencio. 

Se dice que Jesús, después de su bautismo en el Río Jordán, se retiró al desierto por 40 días y guardó ayuno, lugar donde fue tentado tres veces por el demonio. 

Me gusta creer que tener que romper los lazos que lo unían con los hombres por 40 días y retirarse, para no alimentarse, ni hablar con alguien, lo hace porque a su vez puede interpretarse también, como un intento para poder desprenderse de lo superficial, que muchas veces permanecen en apariencias, y que hacen que uno mismo, no sea capaz de apropiarse, para aportar algo novedoso consigo mismo y en relación con los demás. 

Pero, el hombre actual, no sabe estar a solas, y el silencio le resulta incómodo. Cuando Jesús se retira al desierto para no tener ninguna comodidad, no es como el hombre moderno, que cuenta con todas las comodidades en su hogar, y que aún con todas ellas, le irrita estar a solas, por lo que menos, soporta habitar su hogar en silencio. 

Y cuando por fin busca un poco de silencio y el deseo de poder estar a solas, el ruido molesto del exterior, no se lo permite, por lo que, para lidiar con esa horrible molestia, enciende su propio ruido. Que complejo es todo esto, poner ruido, para no escuchar el ruido de los demás. 

Es como, si cada vez, es más difícil encontrar un espacio en donde se pueda aislar para estar a solas consigo mismo. En palabras de Ignace Lepp; “La soledad del hombre moderno es trágica porque el hombre ni sabe superarla y vencerla”. Hay que imaginarlo, tener que estar a solas por un largo periodo de tiempo, cabe la posibilidad de que revele quien se es, “verdaderamente”.

Jesús fue tentado tres veces en el desierto. Para romper el ayuno, para arrojarse al vacío, para recibir cosas materiales. Pero la gran tentación que existe en nuestro tiempo, es la relación artificial que existe con un dispositivo móvil. Se puede estar a solas en casa, para disfrutar el silencio, y lo primero que se hace es revisar las actualizaciones. Se va al bosque y se tiene la oportunidad para ser uno con la naturaleza, pero se rompe el encuentro por estar revisando y haciendo uso del aparato móvil. 

Los beneficios que yacen en estar solo, se pierden, por lo difícil que es poder estarlo. Entonces, se puede estar en cama, recostado, a solas en la habitación y si no se revisa las actualizaciones de las redes sociales, habrá quien llame y escriba, manteniendo una conexión artificial, en donde el silencio y la experiencia de sentirse solo, se pierde. 

Estar solo, se ve como un mal, un síntoma del que está triste, como una característica de los raros. Aunque, estar a solas, de vez en cuando, tiene un gran valor, y ofrece un crecimiento como no se da en otros lugares, porque estar, en silencio, es la oportunidad de entablar un diálogo con uno mismo. Entonces ¿dialogar a solas consigo mismo, es motivo para no querer hacerlo? Cierto, aquel que lo hace y entabla una conversación a solas consigo, le llaman Esquizofrénico. Cuando Jesús se retiró al desierto, lo miraron como un guía espiritual, quien se aísla y anhela estar a solas consigo, hoy le llaman enfermo mental. 

F.H.E.

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