El ABC de la biodiversidad | Las palomas en Zacatecas
“…la especie no corre riesgo alguno de desaparecer…”
Daniel Hernández Ramírez*
Hace algunos años, fui invitado a una reunión con expertos en el tema de protección del Centro Histórico de Zacatecas. En ese momento, se vislumbraba un problema que ponía en riesgo la tan singular riolita (volcánica) o cantera rosa, que técnicamente es una roca ígnea extrusiva ácida. Se comentó lo dañino que resulta el excremento de palomas en dicho material. Ahí, se me pidió una opinión como biólogo y siendo yo aún más novato en el arte de la diplomacia, solo les dije “pues matémoslas”, cosa que horrorizó a los presentes y tristemente jamás volvieron a pedirme opinión alguna.
Mi respuesta no fue una ocurrencia, se derivó de una pequeña investigación y la consulta con expertos, el detalle fue que no les supe trasmitir el mensaje para que no fuera visto como un ataque directo a la vida de las “pobres palomas”. El análisis que me permitió plantear tan arrebatada respuesta, se derivó de algunos cuestionamientos personales, ¿Qué son esas palomas?, ¿tiene alguna función ambiental?, ¿qué pasa si se les erradica?, para responderme consulté documentos escritos, fuentes en internet y acudí con expertos en el tema de especies invasoras.
Los resultados fueron sorprendentes. Por principio, esas palomas que tan comúnmente vemos en el centro de las ciudades, en monumentos históricos o simplemente en edificios y espacios urbanos, no son otra cosa que palomas europeas o palomas domésticas, desde 1789 fueron clasificadas con el nombre científico de Columba livia, miden no más de 40 cm de punta a punta de las alas; sus colores varían desde el blanco hasta el negro, con diferentes patrones y manchas, algunas plumas del cuello y alas son iridiscentes -brillan con el sol-; no llegan a pesar más de 400 gramos; sus géneros son prácticamente iguales, aunque los machos son un poco más grandes en apariencia y sus plumas son un tanto más vistosas; su distribución es cosmopolita; es decir, se les puede observar en casi todo el mundo y están estrechamente vinculadas con áreas urbanas y suburbanas. El estatus en México es de especie exótica invasora.
Se sabe del registro de distribución original al norte de África, el Mediterráneo y costas de la Península Ibérica, además de la parte central de Arabia, gran parte del medio Oriente hasta llegar a la India.
Al ser una especie muy adaptable, su proliferación ha sido rápida, se ha registrado que basa su alimentación en semillas, algunos invertebrados y en ocasiones vertebrados pequeños, suelen tener de 5 a 8 nidadas al año con dos o tres huevos en cada una, su reproducción es rápida.
Se cree que fueron los españoles quienes durante el proceso de conquista trajeron algunos ejemplares con la probable idea de contar con un recuerdo de la península ibérica y en un descuido o deliberadamente, las dejaron libres y comenzó una “invasión palomina” a gran escala y con repercusiones ecológicas de consideración.
Los efectos que tiene esta especie en los ecosistemas naturales son variados y en ocasiones no se han cuantificado. Sin embargo, puede reducir las poblaciones de otras aves granívoras como la tórtola cola larga o torcacita (Columbina inca) además de la del pinzón mexicano (Carpodacus mexicanus). En contra parte, puede beneficiar a otras como a las rapaces, tal como pasa con la lechuza de campanario (Tyto alba) y a distintos tipos de aguilillas y halcones, pues resultan ser un alimento abundante y relativamente fácil de capturar durante su proceso de migración anual que va del mes de septiembre hasta abril de cada año.
Por otra parte y como dato sanitario, la paloma doméstica es un reservorio natural de la bacteria Chlamydia psittaci, responsable de enfermar gravemente a las aves y potencialmente a los humanos que estén en contacto con excremento de palomas. Como si esto fuera poco, el guano o excremento, suele contener el virus que ocasiona la enfermedad aviar denominada Newcastle, lo cual altamente contagioso a otras aves. Es con esto, que las palomas domésticas, se tienen bien ganado el nombre de “ratas voladoras” en referencia a lo contaminadas que pudieran estar ya sea con virus, bacterias y hasta hongos patógenos con riesgo de contagio a humanos.
Definitivamente son una especie invasora y con riesgo potencial hacia la biodiversidad, además del sanitario. Mi propuesta de erradicarlas no era con la intención de causarles daño, sino de hacer un control poblacional con vuelos de aves entrenadas para cetrería, en donde su sola presencia las espantaría. De todas formas, la especie no corre riesgo alguno de desaparecer, el detalle es de orden moral, pues ¿hasta dónde el humano puede decidir sobre la vida de organismos asilvestrados?
*Biólogo por la U de G
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.