Bibliósfera | Amparo Dávila: El sinuoso camino hacia lo insólito
Es tan claro el silencio, que nuestra sangre se escucha. El alumbrado de las calles ha palidecido. Ni un alma transita por ninguna parte. Los árboles que nos rodean están petrificados. Tal vez ya estamos muertos...
tal vez estamos más allá de nuestro cuerpo...
Amparo Dávila / Cuentos reunidos
Joseangel Rendón
Este 12 de diciembre se celebra el Día Nacional del Libro, y para esta edición 2024 se rinde homenaje a la decana de la narrativa fantástica mexicana, la zacatecana Amparo Dávila, con la difusión de su cuento La señorita Julia y mesas redondas sobre la obra de la escritora nacida en Pinos, Zacatecas. Es buen momento para dar un repaso lector a su obra.
Amparo Dávila (1928 – 2020) comenzó escribiendo poesía con títulos como Salmos bajo la luna(1950), Perfil de soledades (1954) y Meditaciones a la orilla del sueño (1954). En este año, cuando se muda a la ciudad de México y trabaja como secretaria de Alfonso Reyes, cambia a la narrativa, sin evitar dejar pinceladas líricas en su obra. Su primer libro de cuentos, Tiempo destrozado, apareció en 1959, es una serie de doce relatos en los que se advierte la influencia de Kafka, Poe, Bioy Casares y Julio Cortázar. En 1961 aparece Música concreta que reafirma su vocación cuentística. Finalmente, Árboles petrificados (1977) su obra más madura, ganadora del Premio Xavier Villaurrutia. Es hasta 2009 cuando se publica una antología de su obra en Cuentos reunidos, donde se incluye un cuarto volumen de su obra narrativa: Con los ojos abiertos. Finalmente, en 2011 se publica el libro-homenaje Poesía reunida, con el material de sus primeros libros.
Su obra es poca, pero muy intensa. Supo combinar a la perfección personajes, ambientes y situaciones que nos obligan a leer detenidamente, para no perder su visión aguda sobre las dificultades comunes que se trasladan más allá del control de lo mundano. Sus personajes enfrentan el miedo, la soledad, la muerte y la locura, en grados extremos.
Amparo Dávila pertenece a la Generación del Medio Siglo en México. Según Carlos Monsiváis, se trataba de una pléyade de intelectuales que llegó de provincia a establecerse en La Ciudad, donde permeaba una transformación vertiginosa en el campo cultural. Dijo: “Al contrario de quienes los precedieron, sus escritores estuvieron en condiciones de abrirse más fácilmente al clima intelectual universal. Sin hablar de influencias directas, sí habría que señalar una misma atmósfera literaria”. A esta generación pertenecieron el mismo Monsiváis, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Juan García Ponce, Inés Arredondo, Juan José Arreola, entre otros.
Luismario Schneider se adentra a la obra de Amparo Dávila en su introducción al Material de Lectura de la UNAM No. 81, dedicado a la narradora, anteponiendo que lo avieso de sus historias data desde su niñez en Pinos, Zacatecas, con lugares que enriquecen la ambientación: “Ahí no se habita, ahí se inventa la vida por el único camino posible: la imaginación. Tanto se fábula que ya no es posible hallar la frontera entre la verdad y la irrealidad”, menciona sobre la inspiración que le evocaba a Amparo Dávila el lugar de su infancia.
La familia va a vivir a San Luis Potosí; en un colegio de monjas, Amparo descubre con fatalismo la palabra escrita y la lectura perturbadora.
“El mundo de Amparo Dávila nace siempre de lo cotidiano”, dice Schneider, donde las intranquilidades van recorriendo un lento camino hacia lo insólito y salta de pronto hacia un terror desconocido. “Amparo Dávila nos descubre que un instante puede desatar en nosotros los sentimientos y las acciones más insospechadas, más crueles”, argumenta.
En 2015 Amparo Dávila recibió la Medalla Bellas Artes en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. En su discurso, la escritora dijo: “Trato de lograr en mi obra un rigor estético basado no solamente en la perfección formal, técnica, en la palabra justa, sino en la vivencia”.
Y agregó que “hay textos técnicamente bien escritos, pero que nacen muertos: no quedan en la memoria de quien los lee ... Creo en la literatura vivencial, ya que esto es lo que comunica a la obra la clara sensación de lo conocido, de lo ya vivido, y hace que perdure en la memoria y en el sentimiento, y constituye su fuerza interior y su más exacta belleza”.
Al respecto de La señorita Julia, el cuento que se promueve por motivo del Día Nacional del Libro, la historia tiene toda la esencia de la narrativa daviliana. El tema recurrente de la locura trasciende por encima de otra historia oculta que no alcanzamos a adivinar. La señorita Julia es una mujer oficinista que lleva varias noches sin dormir. El motivo de su insomnio parecen ser unos roedores que invaden su casa mientras ella intenta conciliar el sueño. Esto la hará perder la cordura, afectando así sus relaciones personales.
Su vida ejemplar, responsable y eficiente cambia con esto. Se rompe una sana relación que sostenía con el Sr. Carlos Luna, contador de la misma oficina donde ella labora. Los ruidos continúan, así como la infructuosa cacería.
En su oficina, las compañeras dan pie a la difamación y a la infamia, haciéndonos pensar en una historia subyacente:
― ¿Te fijaste en la cara que tiene hoy?
―Sí, desastrosa.
―No sé cómo puede presentarse a trabajar así, hasta un niño sospecharía…
― ¿Entonces tú también crees…?
―Pero si es evidente…!
―Nunca me imaginé que la señorita Julia…
―Lo que a mí me da coraje es que se haga pasar por una santa.
Julia pierde el control de su vida: su trabajo, el amor… y cuando parece que todo se va a solucionar, Amparo Dávila remata con un final inesperado: un día en el que Julia está presa de la desesperación abre el closet y ¡ahí están! Y las atrapa. Horas después llega Mela, una de las hermanas de Julia, que la encuentra sosteniendo con furia su “hermosa estola de martas cebellinas”.
La literatura de Amparo Dávila no llega totalmente a la fantasía, pero nos hace saltar de nuestra propia realidad para entender el mundo insólito que nos cuenta. Leamos +. Saludos.