Andar las vías | Un padecimiento desde el entorno familiar, laboral, antipatías y correspondencia

“Cuando se juntan las prisas con la desesperación…”

Luna Morena*

Hace un buen número de años, por lo menos en mi comunidad, se desconocían ciertos problemas de salud emocionales; tato que ni siquiera los habitantes los mencionaban, mucho menos los padecían. Tal vez el pesado trabajo del campo, las obligaciones familiares; el caminar diariamente largas distancias eran el mejor de los remedios para que estos padecimientos no tuvieran la facilidad de poder lastimarlos. De hecho, fue aquí en la ciudad donde supe de su existencia, de su manera de manifestarse y de la incomodidad de estarlos padeciendo noche y día.

De estos síntomas en mi tierra nada se decía, nada se comentaba; es más, allá nadie tenía tiempo de estar batallando con estos problemas y sus ratos de descanso eran para dormir u ocuparse de sus alimentos y de la higiene personal.

Mientras en el campo vivían libres de estos contratiempos, en la ciudad ya era normal estarlos padeciendo y antes de que el medico pudiera extender una receta con indicaciones a seguir; ya sabían que estaban siendo presas de la colitis y de la depresión. Para mermar un poco estos problemas, es necesario estar tomando calmantes matutinos, vespertinos y nocturnos; sí se la viven cargando la farmacia a donde quiera que tengan la necesidad de trasladarse.

No es nada agradable andar por la vida con el estómago inflamado (que no es los mismo que estar panzón), es una molestia y tan molestia que lo pone a uno de mal humor; sabiendo que el mal humor es una de las circunstancias que alimentan al conocido y pesado colitis. Si le permites a este malestar por lo menos un testereo de tus emociones; será complicado que puedas deshacerte de él y aunque quieras hacer como que no pasa nada, tu aspecto dirá lo contrario y uno que otro gas intestinal que te hará correr al baño, para liberar aquello que está inflamando tu estómago.

Cuando se juntan las prisas con la desesperación, el transporte impuntual y demasiado lleno, los disgustos entre la familia y el trabajo, diarrea y/o pérdida de peso, inflamación intestinal o síndrome del intestino inflamado; estas en el centro de una colitis nerviosa, por lo que es importante acudir con el médico, quien sabe y conoce los medicamentos que te ayudarán a calmar los dolores abdominales, los cólicos, el sabor desagradable de la boca, el mal funcionamiento del colon. También te hará una sugerencia bien importante; tal vez la más importante y la principal que despuntó tan semejante contratiempo. Si quieres mejorar e ir sanando de ese percance; desecha todo aquello que alimenta, consolida y agiganta tal padecimiento; también escribe una lista de lo que creas y sientes que está fastidiando tu tranquilidad, tu paz, tu sueño y tus ocupaciones.

Si sigues cada una de las indicaciones que el médico te pidió realizar para   que vaya   disminuyendo la incomodidad, tú misma te vas a sorprender; pero lo más seguro es que de esa lista, ni siquiera de la mascota tendrías el valor de hacerla marchar. No importa que las dolencias te encorven, que mermes tu alimentación, que se desgaste la energía y que en tus horarios laborales dormiten tus ojos; con la mascota no la holgazanería, la pereza; los cansados, los mantenidos y los que faltan; nadie rescatable.

Otra opción es disminuir los alimentos que dificulten la digestión, los cuales son los que algunas personas suelen consumir cotidianamente y en generosas cantidades. Disminuir o desaparecer de la dieta las bebidas gaseosas, las salsas con mucho picante, los antojitos, las golosinas teñidas y endulzadas con productos desconocidos, tiene su embrollo; porque dejar una costumbre de tantos años atrás, de tanto caminar juntos y ser cómplices de tantas cosas no es tan simple.

Siempre pondremos un, pero hasta cuando se trate de nuestro bienestar, aun sabiendo que existe una necesidad, una petición y un requerimiento entre nuestra estructura interior y exterior. Es importante acudir con el experto lo más pronto que se pueda y nunca dejar para después o para al rato, lo que nos está lastimando; no importa que no sea grave, ni urgente; de todas maneras, duele, molesta, incomoda y exaspera.