A q u e l a r r e | La difícil tarea de gobernar

A q u e l a r r e | La difícil tarea de gobernar

“Gobernar se parece a la responsabilidad de un médico: tomar decisiones difíciles, aunque sepas que por ahora podrían ser perjudiciales para el paciente, se busca que, a la postre, el beneficio sea permanente...”

 

Tanya Ortiz*

 

Hace algunos años conocí a un impetuoso joven, con idílicos sueños de un México mejor. Convencido de que la nación puede alcanzar niveles de desarrollo iguales a los de cualquier país de primer mundo –tomando en cuenta que estamos considerados como de tercer mundo- si cada ciudadano se compromete a ser eso: un buen ciudadano.

También sostenía que si bien es cierto que en mucho está que el ciudadano participe de las acciones de gobierno, son justamente las autoridades de los tres niveles las responsables de buscar y consolidar ese desarrollo.

Expresaba su incredulidad de que los funcionarios no pudieran hacer tal o cual cosa, del tremendo burocratismo y la desidia –además del desinterés- que tenían muchos representantes populares para hacer las cosas bien, por su pueblo y su nación.

Se prometía a sí mismo que si la vida le daba la oportunidad de ser un servidor público, le iba a echar todas las ganas en su trabajo para ayudar a la gente, convencido de que como autoridad, en él estaría hacer el cambio.

Entonces se le celebró la actitud, la postura, el deseo, pero también se le advirtió lo complicado que sería, ya que no todo se resuelve con las buenas intenciones y en muchas ocasiones, la toma de decisiones para resolver problemas y satisfacer necesidades sociales está en personas con mayores facultades, lo que le haría, sin duda, remar a contracorriente.

Renuente a que eso sucediera y confiado en el poder de su palabra, se empeñó en avanzar una carrera política, convirtiéndose primero en líder de partido en su municipio y luego, pasó por una regiduría, una secretaría de Gobierno municipal y, finalmente, en alcalde. Y sí, por lo menos en disponibilidad, buenas intenciones y deseos, no ha quedado para buscar el cambio.

Sin embargo, ha caído en cuenta, en más de tres ocasiones, que ha sido muy complicado. Que ha sido difícil, sobre todo cuando tiene que esperar que alguien “de más arriba” tome las decisiones que afectarán, directa o indirectamente, a su municipio, a sus vecinos y paisanos.

Pero siempre buscando el cómo sí, no se ha quedado cruzado de brazos y trata de solucionar las situaciones que se le presentan hasta donde sus facultades alcanzan e incluso respondiendo personalmente, con su patrimonio y el de su núcleo familiar, para resolver y ayudar.

No obstante, el sentimiento que algunas condiciones han generado ciudadanos no comprometidos con el cambio, ha sido de impotencia y frustración y es cuando vuelve a decir “qué difícil es gobernar”; aun así, está convencido de que querer es poder.

Está consciente de que incluso, cuando hay afectaciones ante el inicio de una obra pública, las quejas pronto se esfumarán y el beneficio será mayúsculo considerando los reproches ante el cierre de calles, las zanjas abiertas, el terregal que entra a las casas o las bajas ventas, porque todo eso será temporal y tener mejores vialidades, puentes, carreteras, abonará a su sueño: un municipio con mayor desarrollo.

Es cuando vemos que gobernar se parece a la responsabilidad de un médico: tomar decisiones difíciles, aunque sepas que por ahora podrían ser perjudiciales para el paciente, se busca que, a la postre, el beneficio sea permanente.

Con mi reconocimiento para aquellos buenos gobernantes, comprometidos con su pueblo y su nación, decididos a hacer el cambio.

 

 

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