A q u e l a r r e | La delgada línea entre la justicia y la impunidad

Los medios de comunicación tenemos una responsabilidad social que atender. Tanto por el compromiso hacia nuestras audiencias, como por respeto a la ley, pues no estamos exentos de cumplirla.

Tanya Ortiz*

Cuando he escuchado el clamor de justicia y un alto a la impunidad, me he puesto a pensar en el viacrucis que esas personas han vivido para conseguir que una autoridad atienda sus demandas y que aplique la ley; en la cantidad de veces que ha demandado que continúe las investigaciones porque detecta que se han detenido, les han dado largas o de plano ya le dieron “carpetazo”.

Hay un sinfín de ejemplos que podríamos comentar para referir los esfuerzos que han hecho las autoridades, del área que a usted más le parezca, en los que han hecho valer la ley y hacer justicia en favor de las víctimas o personas más vulneradas.

También en aquellos en los que la impunidad se ha hecho presente al maquillar acciones que simulan ir tras la verdad y la justicia y que, al final, se traducen en una falta a la aplicación de la ley, en delitos prescritos, en prófugos de la justicia o en afectaciones al erario.

Esa falta de sanciones, la ausencia de castigos ante los delitos cometidos tiene muchos rostros: autoridades rebasadas por la cantidad de trabajo; incapacidad para atender y resolver los problemas; falta de personal, equipo y herramientas; intereses personales ajenos al objetivo del bien común; corrupción; desinterés e indiferencia; exceso de trámites y otros tantos.

Sin embargo, por mucho que sea el clamor de justicia, hay protocolos que se deben seguir por parte de las autoridades judiciales o de investigación para llevar a buen puerto cualquier proceso.

Y como ejemplo, distinto a una autoridad judicial, está el que vivimos a diario los medios de comunicación, cuando ese clamor nos alcanza al exigirnos que publiquemos tal o cual cosa; a que mostremos los rostros de las personas señaladas como responsables de delitos; a que no ocultemos información y digamos quiénes son los implicados, sean quienes sean.

Eso de difundir las fotografías de las personas implicadas en la comisión de un delito dejó de hacerse desde hace varios años, a raíz de la defensa de los derechos humanos y la presunción de inocencia. Hoy en día es fácil acabar con el buen nombre de un ciudadano por involucrarlo con algún hecho delictivo sin que haya una autoridad judicial de por medio que lo sancione.

Publicar que un vecino fue quien robó los espejos del carro de otro vecino y hasta mostrar su foto puede llevar consecuencias, no solo para el señalado, sino para nosotros mismos por difundir información que perjudica a terceras personas, sobre todo si hay una denuncia de por medio.

Debemos ser cautos y prudentes con la información que publicamos y con lo que exigimos también, pues de igual manera son numerosos los casos en los que personas implicadas no siguen un juicio por faltas al debido proceso, quedando en el aire su probable responsabilidad.

Los medios de comunicación tenemos una responsabilidad social que atender. Tanto por el compromiso hacia nuestras audiencias, como por respeto a la ley, pues no estamos exentos de cumplirla.

Exigir, por otro lado, a las autoridades que hagan su trabajo es tratar de evitar esa impunidad que tanto nos daña como sociedad y va en detrimento de la confianza a nuestros gobernantes. Lograr el equilibrio entre la justicia y la impunidad, es una delgada línea que, a veces, no se dan cuenta cuando la cruzan.

*Politóloga, periodista y abogada. Amante de la lluvia, la música y el petricor.

**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para darlas a conocer a sus lectores.