A q u e l a r r e | La competencia interna, antesala de la agonía política
*El proceso electoral es el mejor escenario para quienes buscan ser representantes populares; sin embargo, la competencia interna se hace la diferencia entre morir o vivir, políticamente, convirtiéndose en una dolorosa agonía
*Tanya Ortiz
Tras el arribo de la 4T al Poder en México, las elecciones posteriores que se han registrado a lo largo y ancho de este país durante este sexenio, se han caracterizado por una férrea lucha por llegar a un espacio de representación popular pero, previamente, la competencia interna en los partidos, ha significado la vida o la muerte, políticamente hablando, de muchos aspirantes.
En Morena y los partidos coaligados en especial, se ha observado una lucha encarnizada por llegar, primero, a una candidatura de mayoría, porque consideran que este nuevo sexenio significará volver a ganar por arrastre, como muchos lo consiguieron en el 2018 con las siglas de Morena y la imagen del presidente Andrés Manuel López Obrador, ya que muchos candidatos eran poco conocidos y no tenían ni la imagen pública ni el arrastre requerido para ganar, pero los colores y el proyecto férreo que López Obrador encumbró durante los últimos 18 años los llevó al triunfo.
La lista de los candidatos de representación plurinominal es otro botín altamente disputado: aquellos que prefieren ganar el partido de fútbol en la mesa, sin asolearse ni sudar la gota gorda -o por lo menos no tanto como los de mayoría-, también lleva a una lucha encarnizada, aunque aquí los contendientes se distinguen por su habilidad, disciplina, experiencia y, sobre todo, capacidad económica, Pues si bien no caminan colonias y comunidades también están obligados a invertir en el puesto que buscan.
Esto no es novedad ni estoy descubriendo el hilo negro. A raíz de la transición en México y hablando específicamente de Zacatecas, los partidos en el poder han registrado esta dura competencia al interior de sus filas, en el afán de quedarse con la mejor rebanada del pastel y písense a quien se pise, habrá quienes se salgan con la suya por negociaciones "desde más arriba", por advertencias o sentencias, porque tengan mejor apoyo popular o por un genuino convencimiento de las diligencias nacionales y estatales, de que son los perfiles idóneos para llegar al poder.
El discurso de la apertura a las candidaturas ciudadanas, cansino ya porque el ciudadano verdaderamente interesado en participar ve que es una real falacia que hay lugar para él y los espacios se siguen otorgando a amigos, compadres, familiares, preferidos, convenencieros, oportunistas, encargos, pasa al olvido, haciendo que la gente opte por el desinterés y dejar siquiera de intentar ser aceptado en un partido a menos que tenga recursos económicos suficientes para solventar su propia campaña.
Ni qué decir de las candidaturas ciudadanas, aquellas sin partido, las independientes, que más que facilitarle al ciudadano convencido de abonar a la democracia representa un enorme obstáculo, muchas veces difícil de sortear. Para muchos, ni siquiera son una opción viable, pues tienen pocos recursos para emprender una campaña en la que deben recolectar una gran cantidad de firmas y hacer otros trámites que también les cuestan y que las instituciones electorales no los cubren como el registro de una asociación civil que respalde dicha candidatura.
Hoy como nunca, el ciudadano tiene oportunidad para integrarse y ser protagonista en este proceso electoral en calidad de candidato, pero también, hoy como nunca se enfrenta a una lucha encarnizada que comienza con la contienda interna en los partidos, donde sobreviven a veces los más audaces o los más favorecidos. No los que tienen mucha suerte...