A q u e l a r r e | La celebración del Día de los Muertos
*Pese a nuestras tradiciones, las flores, los disfraces y el ambiente que hay en los panteones para recordar a quienes se adelantaron, resulta difícil imaginar que familias víctimas de la violencia celebren este día
Tanya Ortiz*
Esta semana tuve la sensación de haber vivido una experiencia previamente. Algo así como el llamado dejavú, que te hace sentir, pensar, imaginar, que en algún momento eso que viste o sentiste, ya lo habías pasado en otro momento.
Tal vez se trató de una escena en alguna película o algo similar, pero estaba segura de que ese video que circuló en redes sociales y que hasta hizo que Zacatecas fuera noticia nacional, ya lo había visto en algún lado e incluso, me hizo afirmar que si no fue sacada de una película, ocurrió en algún otro lado que, definitivamente no fue Zacatecas.
“En Zacatecas no pueden pasar cosas de esas. Está bien que no tenemos el mejor panorama en cuanto a seguridad, pero eso es una barbarie que no ocurre en Zacatecas”, me dije una y otra vez, como tratando de convencerme de que era así.
Vi el video del perro que llevaba una cabeza humana en el hocico y caminaba orondo por calles de la cabecera municipal de Monte Escobedo y lo primero que vino a mi mente fue: “ay no, ya de que se le ocurre a cada gente idear ese tipo de cosas para grabar películas…”
Después, con incredulidad fue: “ay no, qué terrible, pero no creo que sea en Zacatecas. No conozco esas calles, pero estaría bueno que habitantes de allá desmintieran que es en su pueblo. Si eso pasó, no creo que haya sido en Zacatecas”, me insistía una y otra vez.
El resto del día, con esa noticia saliendo en las redes sociales, viendo comentarios de la terrible situación que vive nuestra entidad como para que todavía pasen ese tipo de cosas, la confirmación de la Fiscalía General de Justicia del Estado a través de un comunicado me cayó como balde de agua fría.
De verdad seguía renuente a creer que eso hubiese sucedido y que si sucedió, no fue en el estado donde vivo, donde trabajo, estudio, donde mis hijos han crecido y se han desarrollado; un lugar que tiene tantos migrantes que siguen las redes sociales para informarse de lo que pasa en su tierra y tratan de organizarse para seguir ayudando a su pueblo desde lejos.
Las autoridades habían confirmado que ese video era real, que sí había ocurrido en Monte Escobedo y eso no era todo: detallaron que se montó un operativo para buscar al perro que llevaba la cabeza humana y durante toda la noche no dieron con él, hasta la mañana del día siguiente, que la encontraron en el corral de una casa.
Eso de que la encontraron me pareció la manera menos deprimente para decir “no la encontramos, hasta que uno de los habitantes de una casa salió al patio y la vio ahí, carcomida, y se lo reportó a la policía municipal. Acudieron elementos de diversas corporaciones y corroboraron que en efecto, se trataba de los restos de una cabeza humana que, se sospecha, era la que llevaba el perro”.
Digo, no creo que el perro se la haya llevado solo para pasearla, sino para roerla. No es de creerse que la anduvieran buscando hasta que la encontraron dentro de una vivienda y a estas alturas no puedo hacer a un lado que una cabeza humana encontrada, sea la que estaban buscando, sabiendo que los grupos criminales así se la han gastado, dejando restos humanos en otros sitios.
Cuando vi la confirmación de las autoridades resonó en mi mente otras de las preguntas iniciales de cuando vi el video: “¿Y la familia de esta persona? ¿Qué pensarán, sentirán, quienes tienen algún familiar desaparecido?”
La mofa no se hizo esperar con comentarios que llevaban al can de una situación de precariedad al comerse ese resto humano al heroísmo por habérsela llevado, de que habían de contratarlo como perro policía porque la encontró más pronto que ellos o incluso de señalar que a lo mejor era delincuente porque, como a la gran mayoría de los que cometen esos delitos, no los encuentran por muy intensos operativos que implementen.
Es de suponerse que todos tenemos padres, hermanos, esposos o hijos que nos busquen, nos esperen, nos extrañen, y la sola idea de ir a reconocer los restos humanos de una persona, esperando que no sean de ella, pero sin tener la certeza de que lo sean debido a las condiciones en que quedaron.
En este Día de los Muertos, pese a nuestras tradiciones, las flores, los disfraces y el ambiente que hay en los panteones para recordar a quienes se adelantaron, resulta difícil imaginar que familias víctimas de la violencia, como las de la cabeza humana de Monte Escobedo –no sé cómo referirlo- también lo celebren.
*Politóloga, periodista y abogada. Amante de la lluvia, la música y el petricor.
**Las opiniones plasmadas en las colaboraciones son responsabilidad de cada autor, así como su estilo de escritura. Ecodiario Zacatecas sólo es una plataforma digital para dar