TURISMO SEXUAL Y CÁRTELES DISPARAN TRATA DE PERSONAS EN MÉXICO
Ecodiario
El tráfico de personas, a escala mundial, disminuyó 11 por ciento durante la pandemia de covid-19. Esa es la buena noticia. La mala es que en México no sólo no disminuyó ese delito durante la crisis sanitaria, sino que tomó vuelo para alcanzar registros históricos al cierre del 2022.
El inédito boom de la trata de personas se explica por varios factores, pero sobresale uno en especial: las bandas del crimen organizado fortalecieron un proceso de diversificación que incluyó controlar ese negocio millonario en un contexto donde también se ha incrementado el turismo sexual.
En otras palabras, la demanda dispuso un terreno fértil para la oferta de personas. Y los cárteles olieron el negocio.
El contraste entre lo que ocurrió a nivel planetario y México se observa con claridad gracias a los datos del más reciente reporte Mundial sobre Trata de Personas de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Aquí se documentó la disminución en 11 por ciento en el tráfico de personas durante la pandemia en todo el mundo, mientras que, en México, pese al paro de actividades y el encierro, se experimentó un ligero incremento: pasó de 547 casos en 2019 a 558 en 2020.
Pero luego vendría el boom: en 2021 se dieron 625 incidencias y aún más en 2022: 802 casos.
El aumento es muy significativo, pues previo a la pandemia los expedientes por trata de personas en México no alcanzaban los 400 casos. Si en 2017 las fiscalías generales de todo el país reportaron 304 expedientes, para 2022 se dispararon a 802, lo que representa un ascenso de 163.8 por ciento, según la información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Diferentes caras de la trata
La Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas señala que es víctima de explotación quien sufra esclavitud, condición de siervo, prostitución u otras formas de explotación sexual, explotación laboral, trabajo o servicios forzados. También, por cierto, se considera “trata” a la utilización de menores de edad en actividades delictivas.
Mariana Wenzel, directora general de la Asociación Nacional contra la Trata Humana en la Sociedad (ANTHUS) AC, estima que ese ascenso de casos se debe, en parte, a que las personas denuncian más que antes el delito –debido a que la difusión sobre el mismo es mayor–, pero afirma que las cifras oficiales son tan solo la punta de un iceberg gigante.
“Existe un subregistro, una cifra negra, por lo que es muy difícil conocer la magnitud de la situación”, calcula. Evalúa que los datos emanados del Secretariado Ejecutivo son apenas el reflejo de las víctimas que han sido rescatadas y que por tanto lograron denunciar. “Muchas personas siguen desaparecidas, otras fueron víctimas de feminicidio porque, de hecho, la trata es la antesala de este delito. Además, muchas personas recuperadas no se saben víctimas o las autoridades no las colocan en esa calidad”, desglosa.
La ignorancia de asumirse o no como víctimas tiene fuertes raíces psicológicas. Wenzel especifica que en muchos casos, sobre todo los que culminan en explotación sexual, el modus operandi consiste en que los tratantes primero enamoran y enganchan a las víctimas, casi siempre mujeres. Pero si durante un operativo estas mujeres son rescatadas, pueden manifestar que no fueron obligadas a esas actividades debido a que una situación que suele complejizarse en caso de existir una manipulación psicológica que opera en su contra. Por eso las afectadas no siempre se consideran a sí mismas como víctimas.