SU MADRE TEJE, ÉL VENDE

Texto y fotos: Gabriel Rodríguez

GUADALUPE, ZAC.- En las afueras de un centro comercial de Guadalupe, Emilio vende las prendas que diseñan y tejen los dedos de su madre, llamada también Emilia.

El muchacho lleva varios días y varios años comerciando ese tipo de prendas invernales que se venden desde 60 pesos hasta 200 pesos.

Su mamá también tiene experiencia como tejedora, pues él dice que desde que era pequeño, se acuerda que ella ya vivía de eso. De hecho, ambos han vivido de ese comercio al paso de estos años.

Con Emilio llegan todo tipo de personas que tienen frío, y se llevan bufandas, guantes, gorras y orejeras pero dice que aunque dan el gatazo, algunos guantes no son de piel “sino de otro material que se le empareja”.

Pese a todas las circunstancias, él cree que ese negocio garantizará a ambos una buena cena de Navidad en compañía de los muchos hermanos que dice tener.

Emilia conoce ese tipo de experiencias, ya que su marido la abandonó y ella se tuvo que hacer cargo de toda la chiquillada; en realidad, pocos fueron a la escuela y la mayoría se tuvo que dedicar al comercio, en muchos de los casos informal.

Emilio pasa ahí buena parte del día en espera de que concurran con él diversos clientes de todas las edades pero quienes ahorita están llevando más prendas son los adultos mayores.

“Ellos, dijo, son quienes pasan más frío que nadie pero además los niños que durante esta temporada resienten mucho la entrada las ondas bipolares”, así lo citó.

No hubo oportunidad de corregirlo, porque él luce muy feliz en ese tipo de menesteres que le reportan ciertas utilidades con las que ellos se sostienen.

Pero afirma que ahí con él van personas de todas las edades, incluidos los jóvenes, algunos de los cuales “son muy friolentos y se deben cuidar de las gripes”.

Porque los estambres con que su mamá decora ese tipo de vestimentas, más que nada están tejidos con mucho amor.

“El amor de una jefa que sabe lo que hace desde hace mucho tiempo, todas las navidades y con lo cual nos ha mantenido fuera de esta temporada trabajando ajeno para hacer ropas en cualquier época del año”.

“Con sus achaques y todo, ahí va la viejita, teje y teja cada fin de año, cada época, sin descanso, por lo que deseo que Dios nos la conserve mucho tiempo”.