MUJERES INDÍGENAS Y AFROMEXICANAS CONFÍAN EL BASTÓN DE MANDO A SHEINBAUM
TEXTO Y FOTO: ESTHER CONSUEGRA
CIUDAD DE MÉXICO.- “No llego sola, llegamos todas”, fue el mensaje que resonó en la plancha del Zócalo capitalino durante una ceremonia cargada de simbolismo. Con un mensaje contundente hacia todas las mujeres cuyas voces fueron silenciadas históricamente, Claudia Sheinbaum Pardo hizo historia al recibir el bastón de mando de mujeres representantes de los 70 pueblos originarios y afrodescendientes, quienes la reconocen como guía espiritual, autoridad política y jefa del Estado Mexicano. En este acto, se le confirió el honor de servir al pueblo y hacer justicia, bajo la premisa de que las autoridades “gobiernan obedeciendo”.
Sheinbaum Pardo destacó que el momento histórico que se vive en México se escribe con “a” de presidenta, señalando que “sólo lo que se nombra, existe”. Esto lo dijo en su mensaje, precedido por una ceremonia tradicional en la que se encomendó a los cuatro puntos cardinales. Las mujeres de las comunidades indígenas y afromexicanas le entregaron el bastón de mando, en un acto protagonizado por mujeres como la presidenta municipal de Chalcatongo, Oaxaca, María de Lourdes Jiménez Liera, quien expresó en náhuatl que ese objeto de madera simboliza la esperanza de millones de mexicanas.
Rodeada de copal, flores blancas, velas, ofrendas y oraciones en náhuatl, las mujeres indígenas susurraron con voz entrecortada: “Tú eres la voz de las que no tuvimos voz por mucho tiempo, eres la voz de nuestros pueblos dignos, eres la esperanza que siempre tuvimos”. Ernestina, una de las líderes presentes, la llamó “hermanita” y le deseó que los elementos sagrados la acompañen en su camino. El bastón de mando fue entregado por Virginia Flores y la presidenta municipal María de Lourdes Jiménez Liera.
En su discurso, la presidenta de México convocó a seguir haciendo historia y destacó los primeros 100 pasos hacia la consolidación del “segundo piso de la transformación”. Reafirmó su compromiso con los estados y con obras de infraestructura hídrica y vial, así como con la ampliación de la política social mediante más programas. Aseguró que se seguirán respetando las libertades y derechos humanos, y se comprometió a que el modelo neoliberal no regresará al país. Además, subrayó su responsabilidad de abordar las causas de la inseguridad y otros desafíos.
Simpatizantes de la presidenta pernoctaron en los alrededores del Zócalo, mientras que otros, provenientes de distintos estados del país, llegaron desde las seis de la mañana para asegurarse un buen lugar. Permanecieron allí hasta casi las seis de la tarde, disfrutando de una jornada amenizada por siete agrupaciones sinfónicas, de danza y viento, provenientes de Guerrero, Mixteca y Oaxaca, entre otras regiones. El ambiente festivo, típico de los mítines políticos, estuvo acompañado de la venta de recuerdos, como llaveros y otros artículos que los asistentes llevarán consigo.
El ritual, que combinó espiritualidad y el profundo misticismo del México indígena y afrodescendiente, concluyó con una oración: “Señor, acompaña, cuida y guía a nuestra presidenta constitucional; protégela en su camino, libérala de los males; que siempre busque el bienestar de nuestros pueblos indígenas y afromexicanos, de las niñas, niños y mujeres. Que no abandone este gran camino que tiene en sus manos y que le ha sido conferido por el pueblo de México”. Así, se dio paso a la siguiente etapa en la que una mujer conducirá los destinos del país.