GOBERNADOR RECONOCE A LOS TRABAJARODES DE LA CONSTRUCCIÓN EN SU DÍA

GOBERNADOR RECONOCE A LOS TRABAJARODES DE LA CONSTRUCCIÓN EN SU DÍA

ECODIARIO

GUADALUPE, ZAC.- “Una cruz de madera de la más corriente, eso es lo que pido cuando yo me muera…”, se escuchaba la tarde de este jueves, interpretada en vivo por el grupo de música norteña De Peligro, en los almacenes de la Secretaría de Obras Públicas (SOP).

En el fondo, don Manuel Vega Flores comentaba que es un orgullo que su familia le reconozca el esfuerzo que realiza en la construcción, ya que él lleva el sustento y sabe que le cuesta mucho ganarse el pan de cada día en “la obra”.

"Aquí es pura vida, cada día se aprende algo nuevo, pero es pesado y a veces hay riesgos", dijo mientras saboreaba un rico plato de birria con sopa de arroz y frijoles molidos, que fueron parte del delicioso menú que se ofreció a los trabajadores de la construcción con motivo de la celebración del Día de la Santa Cruz.

“Yo no quiero lujos que valgan millones. Lo único que quiero es que canten canciones. Que sea una gran fiesta la muerte de un pobre”, seguía sonando, mientras decenas de trabajadores hacían un alto en su jornada para reunirse en torno a este día de festejo.

En ese momento, a las bodegas que construye el Gobierno del Estado en la comunidad Cieneguitas, en la zona limítrofe de Guadalupe y Genaro Codina, arribó el Gobernador para sumarse a este momento de regocijo.

Mientras bebían sorbos de agua fresca, refrescos y uno que otro líquido amargo, don Manuel, escoltado en la mesa por parte de su cuadrilla, narró que este día es esperado con gran devoción por todos los albañiles y quienes trabajan en torno a la construcción de obras.

“Yo no quiero llantos, yo no quiero penas. No quiero tristezas, yo no quiero nada. Lo único que quiero es, allá en mi velorio, una serenata por la madrugada”, seguía resonando en el fondo, mientras don Manuel, habitante de La Escondida, narraba que este oficio lo aprendió de su abuelo, hace cuatro décadas.

Para este "maestro" albañil, este momento fue muy grato, puesto que, durante casi 40 años que se ha dedicado a la construcción, es la primera ocasión que convive con un gobernador, y éste fue David Monreal, quien saludó a cada uno de los presentes, para luego integrarse a la comida, misma que fue calentada en el comal tradicional, hecho con una tapa de un tambo.

Con 55 años de edad, don Manuel se dedica en las obras a colocar todo el acero en las columnas, zapatas, cimientos y lozas, y, como chalán, eso lo aprendió muy bien de su abuelo, quien lo enseñó, a base de regaños, a ser responsable y a entregar trabajos bien hechos.

Don Manuel no tuvo la posibilidad de estudiar, ya que eran nueve hermanos, pero —agradeció a Dios— su papá pudo sacarlos adelante; ahora, cuando ya instruye a los demás, esa misma enseñanza él se las transmite a su hijo y a quienes forman parte de su cuadrilla, sobre todo a los más jóvenes.

Con una sonrisa en su rostro, expresó: “Les digo a los más chavalillos que le echen ganas al estudio, porque es más fácil agarrar un lápiz que una pala y cargar una mochila que un bote de mezcla”.

Don Manuel caminó un poco y se dirigió a la obra donde minutos antes había hecho anillos de acero y alambre recocido para las columnas de lo que serán bodegas, y al fondo se oía: “Cuando ya mi cuerpo esté junto a la tumba, lo único que pido como despedida, en las cuatro esquinas de mi sepultura, como agua bendita, que rieguen tequila”.

Este habitante de La Escondida se encomienda a la Santa Cruz con una mirada al firmamento al preguntarle qué significa este signo; respondió que, para él, es algo muy sagrado, y a ella todos le piden que no les falte el trabajo, que los proteja y que las obras salgan bien.

Orgulloso por haber nacido en esta tierra, aseguró que la gente de Zacatecas es muy trabajadora y ha demostrado que es muy buena en la construcción, tan es así que gente de Tacoaleche y Zóquite (comunidades de Guadalupe), Genaro Codina o La Escondida (Zacatecas) se va a otros lugares donde requieren sus servicios.

Tras narrar que se siente orgulloso por ver obras en las que él participó, como unas que están cerca de la Catedral Basílica o la presidencia municipal de Zacatecas, agradeció la visita del Gobernador y por tomarlos en cuenta.

En un ambiente de camaradería y de chascarrillos, el grupo De Peligro entonaba las últimas estrofas de “Cruz de Madera”, de Ramón Ayala: “Yo no quiero llantos, yo no quiero penas, no quiero tristezas, yo no quiero nada. Lo único que quiero es, allá en mi velorio, una serenata por la madrugada…”, para dar paso a “Central Camionera” y varias melodías del género regional mexicano.

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