EL PRIMER INFORME DE DAVID MONREAL, SIN TRADICIONES NI PROTOCOLOS
Tanya Ortiz
ZACATECAS, ZAC.- El alboroto que solía verse año con año para el 8 de septiembre desde antes del amanecer, este 2022 no fue tan evidente: personal yendo de aquí para allá conectando cables, colocando carpas, pantallas, flores, en la explanada del Congreso del Estado, hoy no hubo.
Se tenía programada la sesión solemne en la que el gobernador David Monreal Ávila entregaría su primer informe de gobierno, escucharía los posicionamientos de las bancadas legislativas y ofrecería un mensaje como respuesta.
Un acto en el que se reconocía mutuamente la labor de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Pero las tradiciones cambian como cambian los gobiernos, como cambia la gente.
DEJAR ATRÁS LA TRADICIÓN
Este año, el mandatario estatal optó por no seguir aquellos protocolos y sí cumplir con la ley, pero imponiendo su estilo.
La Constitución Política del Estado Libre y Soberano de Zacatecas, clara en su artículo 59, así como el artículo 92 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, indican que “el día ocho de septiembre de cada año, el
Gobernador o Gobernadora del Estado acudirá ante la Legislatura del Estado a presentar por escrito el informe de las actividades realizadas y el estado que guarda la Administración Pública Estatal, con base en el Plan Estatal de Desarrollo”, y eso fue lo que hizo.
No dice alguna hora en específico que deba entregarse y si bien los exgobernadores lo hicieron en cuanto los diputados establecieron la Mesa Directiva del bimestre en la Legislatura local, tampoco hay un horario definido para ello.
David Monreal llegó a las 11 de la mañana con la idea de cumplir la ley, darle su lugar al Poder Legislativo y luego informar a los zacatecanos de los resultados obtenidos durante este primer año de gobierno, así, sin más preámbulos.
Previamente llegó la secretaria General de Gobierno, Gabriela Pinedo Morales, quien entregaría el informe en físico a los diputados, pero luego optaron por esperar al gobernador, declarando un receso de media hora para que llegara.
La tradicional comitiva lo esperó a la puerta del recinto legislativo y al arribar, el gobernador se encontró con un grupo de trabajadores del SITEZ, que en esta ocasión distaba mucho de lo que fue en otros años: reclamos sí, pero parecieron más peticiones, en un ambiente de conciliación.
Luego, aunque las puertas de acceso al Pleno se abrieron de par en par, David Monreal no ingresó. En cambio, entregó el libro de los resultados al diputado Ernesto González Romo, quien esperaba dirigir la sesión solemne en presencia del mandatario estatal y controlar los ánimos de aquellos que quisieran jalar reflectores, pero se quedó con las ganas.
Monreal no escuchó ningún mensaje de los diputados ni emitió mensaje alguno tampoco. Con visita de doctor, hizo expresamente lo que la ley lo obliga y se retiró porque en el Palacio de Convenciones había miles de personas que ya lo esperaban.
Ahí se quedaron los diputados, esperando participar de la sesión solemne como en la que participaron hace un año, recién integrada la mesa directiva y le tomaron la protesta al nuevo gobernador, pero no todos porque varios se fueron tras el mandatario.
En su lugar quedó una silla vacía que, eventualmente, el presidente decidió quitar ante la incomodidad que le causaba la ausencia. Gris debut del fresnillense a quien el nuevo protocolo del mandatario le opacó el evento.
EL ENCUENTRO CON LA GENTE
El camino para llegar al Palacio de Convenciones ya estaba blindado desde temprano. Personal de la Dirección de Policía Vial bloqueó con vallas metálicas los accesos a la lateral para minimizar el ingreso.
En el puente peatonal se apostaron más tránsitos y policías estatales. Ahí, un grupo de pensionados y jubilados del Issstezac esperaban al gobernador para exigirle el pago puntual de sus pensiones y por ello la policía estaba a la expectativa, incluso la montada, a la que hace tiempo no se le veía.
Los casi mil cajones del estacionamiento del palacio fueron ocupados y alrededor había má
Tanya Ortiz, [09/09/22 0:05]
más vehículos. Esta vez no se vio el acarreo en los camiones en los que se solía traer gente de otros municipios.
Adentro, en el salón principal, una decoración sencilla era flanqueada por sendas pantallas en el escenario. Ahí esperaban al gobernador sus más cercanos colaboradores: el gabinete estatal.
Él, acompañado por su esposa, Sara Hernández, y su hijo David Jr. llegó hasta el escenario, para dirigirse a los zacatecanos que lo veían y escuchaban a través de la radio, tv y redes sociales, con la Marcha Zacatecas de fondo. Esa no puede faltar.
Frente al escenario, las filas de sillas acomodadas por bloques en los que la gente se fue acomodando conforme llegaba, correspondiente a su bloque, aunque al final, no fue respetado el orden estipulado.
Varios presidentes municipales quedaron fuera de la zona designada por llegar tarde. Sus lugares ya habían sido ocupados por acompañantes de otros alcaldes y hubo que sacar las sillas de reserva para no dejarlos de pie.
Las ausencias fueron notorias cuando el gobernador no mencionó a ningún invitado especial. Tal vez porque todos lo eran, pero esta fue otra muestra de que el protocolo conocido había quedado en el olvido.
Ningún gobernador ni exgobernador ni funcionario federal. Tampoco diputados federales y senadores menos: están en la discusión del tema de la Guardia Nacional. No hubo nombres en este discurso, más que el de la delegada Verónica Díaz, a quien le agradeció el apoyo del presidente López Obrador, mención que ocasionó una ovación para ella.
Formato ameno, con videos intercalados entre el mensaje del mandatario, aunque ello no evitó que más de tres dormitaran en sus asientos y otros tantos, muchos, buscaran la puerta para tomar aire porque no hubo más sillas donde descansar.
“Los quiero bien mucho” fue la frase que poco a poco ha dado identidad a Zacatecas y con ella se despidió entre aplausos de los cientos de burócratas que escucharon su mensaje. Hoy no hubo campesinos, mujeres líderes de colonias ni madres cargando hijos y lonches de obsequio.
Y al final, las porras, la espera de quienes buscaban saludar al gobernador, mientras los alcaldes, gustosos de saludarse, se tomaban la foto del recuerdo.